INVESTIGACIÓN AUSPICIADA POR SECTEI CONTRIBUIRÁ AL DIAGNÓSTICO DEL HÍGADO GRASO

Publicado el 26 Marzo 2024
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• El estudio está a cargo de la doctora Helena Solleiro Villavicencio, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

• Se analizarán las condiciones que rodean a este padecimiento, derivado de la obesidad

Un proyecto que auspicia la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), a cargo de la doctora Helena Solleiro Villavicencio, investigadora en ciencias genómicas del Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) busca contribuir al diagnóstico del hígado graso no alcohólico.

Con este trabajo de ciencia básica se pretende ampliar la comprensión y generar nuevo conocimiento sobre el papel de la Interleucina-10 (IL-10) en la función hepática que podría condicionar el desarrollo del padecimiento, explicó la doctora Solleiro Villavicencio.

En específico se busca identificar si esa sustancia, un tipo de citocina con propiedades antIinflamatorias, se puede considerar como un biomarcador de diagnóstico y de pronóstico, incluso un blanco terapéutico para el hígado graso llamado enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD) en personas con obesidad mórbida.

El proyecto “Efecto de la expresión hepática de las firmas génicas y marcadores histopatológicos de la enfermedad de hígado graso no alcohólico”, evaluará los genes asociados con el desarrollo de MASLD y su relación con la IL-10.

Parte de la metodología analizará las biopsias hepáticas de personas con obesidad mórbida, determinar si existe una correlación de los niveles séricos y hepáticos de IL-10 con los de fibrosis, balonización de los hepatocitos y esteatosis e inflamación lobulillar, aspectos que hacen referencia a estudios clínicos.

Después se trabajará con un modelo de esteatosis in vitro para evaluar los posibles efectos terapéuticos. El trabajo se deriva de la convocatoria que hizo al respecto la SECTEI el año pasado. La obesidad es una enfermedad crónica, multifactorial y de alta prevalencia en el mundo. Se define como el exceso de acumulación de grasa en el cuerpo, y es eleva el riesgo de desarrollar otras afecciones; algunas presentan manifestaciones y otras son asintomáticas, como el hígado graso.

Es un padecimiento silencioso con pocos o ningún síntoma, y condiciones como la diabetes, la obesidad y el síndrome metabólico (cintura grande, presión arterial alta, niveles altos de triglicéridos, colesterol HDL bajo) promueven su desarrollo.

Para su diagnóstico se requiere una historia clínica y exámenes físicos y clínicos (análisis de sangre, imágenes y biopsia de hígado) invasivos, costosos y con personal altamente especializado.

La relación MASLD-obesidad cobra cada vez más importancia ante la alta prevalencia de sobrepeso (sp) y obesidad (ob). La Organización Mundial de la Salud reportó en 2016 que la obesidad afectó a más de 650 millones de personas; en tanto que, en México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 reportó que en individuos de 20 años y más, el 39.1 por ciento presentaba sp y 36.1 por ciento ob, para un total de 75.2% (en 2012 fue 71.3%).

La relevancia de estudios de esta naturaleza obedece a que existe evidencia de que alrededor el 70 por ciento de personas con ob presenta el padecimiento y más que ser una enfermedad se trata de una serie de ellas, que van desde la esteatosis hasta la esteatoepatitis que pueden agravarse y derivar en cirrosis o hepato carcinoma.

“La patogénesis de este espectro de enfermedades se explica a través de la hipótesis de los golpes múltiples que nos dicen que existen distintos factores hepáticos y extrahepáticos que en sujetos que tienen cierta susceptibilidad genética cursarán la enfermedad”, advirtió Solleiro Villavicencio.

En este sentido, se reconoce dentro de estos factores a distintos mecanismos moleculares como la apoptosis, autofagia, estrés de retículo endoplasmático (RE) y estrés oxidativo y que con sus genes existe evidencia que modifican el desarrollo del padecimiento.

Las citocinas, en un estado de obesidad, añadió, promueven un estatus de inflamación crónica de bajo grado y juegan un rol importante en la aparición de la fibrosis hepática. Sin embargo, también existen las antiinflamatorias, necesarias en la reparación del daño y en el control de la inflamación.

“Con los antecedentes nos preguntamos si la EIL-10 es capaz de regular los genes que caracterizan a los distintos mecanismos que causan el padecimiento”.

En este proyecto conjunto entre la UACM y el Hospital General de México (HGM) colaboran también los investigadores doctor Galileo Escobedo, director de Investigación, y la doctora Lucía Angélica Méndez García, adscrita al Laboratorio de Inmunometabolismo, ambos del HGM.