RIESGO DE DOMINIO DE ENFERMEDADES CRÓNICAS POR CONSUMO DE PRODUCTOS CHATARRA

Publicado el 05 Diciembre 2021
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• Se realizó una sesión más del Seminario Salud en tu Vida, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación con el tema "De las trampas del entorno, hacia una vida saludable"

Con la participación de especialistas que en esta ocasión disertaron en torno a los cambios en los hábitos en el consumo y los problemas de salud pública derivados de esas nuevas condiciones, se celebró la última sesión del Seminario Permanente Salud en tu Vida, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación.

Con el tema "De las trampas del entorno, hacia una vida saludable”, participaron los doctores Rosa María Oliart Ros, especializada en biología molecular, investigadora del Tecnológico Nacional de México (TecNM), y Simón Barquera Fernández, director de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

En la sesión, la subsecretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación, la doctora Ofelia Angulo Guerrero, resaltó que los entornos son de gran importancia porque hace referencia a las “tentaciones” a las que está expuesta la población en el momento de realizar las compras de comestibles.

Por su parte, la doctora Rosa María Oliart, señaló que existen indicaciones generalizadas sobre el porcentaje recomendado en el consumo de calorías en forma de grasa, pero no se puntualiza sobre los tipos que hay y que, por lo tanto, no es lo mismo consumir unas que otras.

En su charla “Las grasas trans: origen, consecuencias y cómo evitarlas”, dijo que existen las saturadas, las insaturadas (llamadas esenciales, pues no las produce el organismo humano y pertenecen a las familias Omega 3 y 6), y las trans, de las que menos se informa y habla, que pueden estar presentes en los alimentos de manera natural o como resultado de procesos industriales.

Las grasas saturadas (nata, queso, mantequilla, aceite de coco, manteca de cerdo, grasa en carne, etcétera) se encuentran de manera relativamente sólida; las insaturadas (aceites de cocina) se hallan en forma líquida, pero de manera natural están también en forma sólida (pescado, aguacate, frutos secos, entre otros), mientras que las grasas trans de origen industrial se encuentran en alimentos fritos, horneados, procesados y empaquetados; por ejemplo, pizzas, helados, algunos aceites de cocina, manteca vegetal, galletas dulces y saladas, pasteles, donas, caramelos; alimentos fritos, sustitutos de crema que se añaden a los productos para darles cierta textura y consistencia.

"No las necesita nuestro cuerpo, no forman parte de una dieta saludable y, por tanto, deben evitarse”, recomendó la doctora Oliart, experta en estudios nutrigenénicos, funcionales y toxicológicos de los alimentos.

La especialista explicó que también están las grasas trans de origen natural en la carne, productos lácteos (vaca, oveja, cabra, camellos) asociadas contra efectos relativamente saludables.

Las trans se pueden formar a través de procesos industriales y uno de los principales es la hidrogenación de grasas y aceites; también al cocinar, al calentar grasas y aceites.

La hidrogenación adiciona hidrógeno a aceites vegetales líquidos, que son naturales, pero en el proceso el aceite líquido se hace sólido o semi sólido, lo que favorece la aparición de los ácidos grasos trans.

Su utilización se explica porque tienen mayor tiempo de caducidad, son estabilizantes de sabor, dan textura, son más económicas, más fáciles de usar y transportar, y se pueden reusar.

En tanto, las trans naturales se originan por acción de las bacterias que se encuentran en el intestino de vacas, cabras y ovejas.

La doctora Oliart especificó que los efectos estriban en el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, porque elevan los niveles del colesterol LDL (malo), de triglicéridos, propician obesidad, diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares, infartos, padecimientos coronarios, arterioesclerosis, algunos tipos de cáncer, apoptosis e inflamación sistémica crónica.

Además, tienden a disminuir el colesterol HDL (bueno), así como la sensibilidad a la acción de la insulina, lo que puede derivar en el síndrome metabólico y diabetes tipo 2.

Entre las recomendaciones de organizaciones internacionales, como la OMS, OPS, FDA, entre otras, figuran que se evite ese consumo o limitarlo a no más del uno por ciento de las calorías en forma de grasas.

La investigadora del TecNM recordó que en septiembre pasado la Comisión de Salud del Congreso aprobó la iniciativa de ley para eliminar las grasas trans en México, que consiste en limitar a menos de dos por ciento las grasas trans totales que contengan los productos procesados.

A nivel familiar, la recomendación es evitar freír lo alimentos, privilegiar cocerlos o ponerlos a vapor. En caso de utilizar aceite, que sea de canola, girasol, cártamo, soya, maíz y oliva, en lugar de mantequilla, manteca vegetal o de cerdo; además, consumir carnes magras, como aves, pescado, además de sustituir los lácteos enteros por otros bajos en grasa o sin grasa.

Por su parte, el doctor Barquera Fernández, director de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), dijo que llevar una vida saludable tiene que ver con determinantes sociales y comerciales, donde se observan fuerzas que están relacionadas con inversiones que hacen compañías transnacionales.

Estas entidades trabajan con la población, sobre todo con la de niños y adolescentes, a los que se busca convencer de consumir sus productos a través de diversos vínculos, que pueden ser lúdicos o por medio de imágenes.

Hoy en día, apuntó, se vive una etapa de transición nutricional en la que hay un dominio de las enfermedades crónicas no transmisibles, derivadas de la comida denominada chatarra, bebidas azucaradas, alcohol y tabaco.

Formado como médico cirujano y especializado en nutrición, tanto en la maestría como en el doctorado, destacó que el actual ambiente orilla a conductas que han trastocado la forma en que la biología humana permite en llevar un estilo de vida saludable.

En opinión del investigador del INSP, el fenómeno del estilo de vida se tiene que ver desde la intersectorialidad, no solo desde el punto vista del sector salud.

“El ambiente alimentario determina la adquisición y consumo, algo que tiene efectos en la salud, donde hay oportunidades de políticas públicas como los sellos frontales de advertencia", detalló.

Un dato en este sentido, añadió, es que más de 40 mil muertes son atribuibles solo al consumo de bebidas azucaradas en nuestro país. México es uno de los mayores consumidores de estas bebidas: jugos, leches endulzadas, refrescos.

“Nuestro país es uno de los que más gasta de su PIB en curar enfermedades como la diabetes, causada por el consumo de estos productos”, manifestó.

Sugirió también incrementar el impuesto a las bebidas azucaradas para que llegue al 20 por ciento, pues si continúa la disminución en este consumo se podrán prevenir 19 mil muertes en diez años y habrá un ahorro de mil millones de dólares.

El etiquetado de advertencia permitirá reducir 1.6 kilos menos en promedio por persona, lo que a su vez se reflejará en el futuro con la disminución de 1.3 millones los casos de obesidad, y se ahorren mil 800 millones de dólares en costos directos e indirectos.