LOS MUERCIÉLAGOS, INDICADORES DEL CAMBIO CLIMÁTICO
• Con 52 millones de años de presencia en el mundo, estos animales mantienen relevantes roles ecológicos que permiten contar con ecosistemas equilibrados
• Las acciones en torno a estos mamíferos alados deben encaminarse a su protección y conservación, considera la doctora Valeria Salinas de la UNAM, en una investigación realizada con el apoyo de la SECTEI y publicada en la revista Biology
Los quirópteros son el orden de mamíferos que aporta la mayor información sobre el cambio climático, por ello, se consideran importantes bioindicadores, estableció la doctora Valeria Salinas Ramos, profesora en la Facultad de Ciencias de la UNAM, cuyo último trabajo, apoyado por la SECTEI y realizado en colaboración con otros autores, recién fue publicado en el último número de Biology, revista internacional de alto impacto.
Entre las características que hacen de este animal un modelo de estudio figuran: su presencia en casi todo el mundo a través de más de mil 400 especies; su contribución a la salud de los ecosistemas, polinizador de flores: alrededor de 500 tipos de flores en el planeta dependen de la acción de ellos para ser polinizadas; su papel como controlador de plagas de insectos y dispersor de semillas.
Además, permiten el mantenimiento de la relación con otros organismos (por ejemplo, parásitos, virus); posee una alta resistencia inmunológica y elevada resiliencia; es sensible a los cambios ambientales, pues se conoce que los patrones de su actividad están estrechamente relacionados con las condiciones climáticas.
El trabajo “Murciélagos como indicadores del cambio climático a corto y largo plazo”, que desarrolló Salinas Ramos durante una estancia postdoctoral en 2021-2022 en la Universidad de Nápoles Federico II, en Italia, con el profesor Danilo Russo, experto en el tema, se enfocó en explorar la relación entre las olas de calor y la caída de los refugios durante el verano, y generar una red paneuropea para monitoreo en esa región del orbe.
Aunque la investigación se diseñó para Europa, el modelo experimental se puede replicar en otros sitios, pues el cambio climático es un fenómeno global que ha impactado la distribución de las especies, amenazando de manera crítica la biodiversidad con afectaciones importantes sobre la conservación.
Por ello, aquellas regiones con elevada biodiversidad, como el territorio mexicano, son más susceptibles y deben ser monitoreadas continuamente para su conservación.
“Es factible que las respuestas de estos animales a las alteraciones del clima reflejen consecuencias en las comunidades biológicas, de ahí la importancia de usar a estos mamíferos como bioindicadores del cambio climático”, dijo la bióloga. Con ello, también se abona en los esfuerzos para cambiar la idea negativa que el imaginario colectivo tiene sobre ellos.
De los aspectos que se identifican en varias de especies relacionados con el clima, principalmente de las de zonas templadas, se encuentra un proceso fisiológico con el que evitan un gasto de energía durante el invierno —época en la que el alimento escasea—, llamado torpor, que puede modificarse si las temperaturas empiezan a variar.
Otro aspecto que se ha visto afectado en las últimas décadas por el cambio climático es la migración. Se ha reportado que algunas especies están adelantando o no el inicio de este proceso fenológico.
Existe información de que las primaveras comenzaron a anticiparse desde hace 50 años por más de cinco días, es decir, que las especies no están partiendo de sus zonas a otras en donde hay adelanto de la estación o, puede que se anticipen y logren adaptarse a esos cambios.
Para precisar los cambios en la distribución de los murciélagos se identificó la permanencia actual de 37 especies insectívoras que habitan en Europa, porque estudios de este tipo son escasos.
Tras obtener los mapas de distribución, Salinas Ramos y colaboradores se plantearon una serie de preguntas, entre ellas, ¿qué ocurrirá en un futuro con estos animales?, ¿expandirán o reducirán su distribución? o ¿permanecerán en donde se encuentran?
Para responder a estas incógnitas generaron modelos de distribución potencial, es decir, analizaron un escenario de cambio climático para 2050 y 2070, años que se utilizan para explorar las variaciones en los cambios de temperatura y los patrones del clima. Las simulaciones científicas arrojaron que algunas especies tenderán a reducir su distribución, unas se mantendrán como están y otras se expandirán.
Sin embargo, entre las problemáticas que se plantean tienen que ver con las interacciones ecológicas, como el hecho de que empiecen a cambiar y generen procesos de competencia, por ejemplo, que las migraciones lleguen tarde y que el alimento lo hayan consumido las especies nativas o que la pérdida de regiones provoque la de una especie y, con ello, propicie su extinción.
Una de las respuestas ante el cambio climático es la morfológica de los murciélagos, pues para animales vertebrados endotermos —con capacidad de generar su propio calor y mantenerlo estable pese a las condiciones externas— que viven en latitudes mayores y por ende en zonas frías, suelen ser de tamaño más grande que los que habitan en zonas cálidas.
A través de un estudio que hizo la doctora Salinas en el Museo de Historia Natural de Florencia, que posee un registro histórico importante con una colección de murciélagos desde el año 1800, tomó medidas de cráneos y antebrazos, y observó que sí había modificación en la dimensión corporal en una de las especies, algo que lo vinculó con el cambio climático.
Y para conocer más sobre los nexos de las olas de calor y la mortandad, existe un antecedente con temperaturas sostenidas por arriba de los 45°C en Australia a finales de 2017 y principios de 2018, en el que decenas de zorras voladoras, un suborden de estos mamíferos, morían aun colgados de los árboles o caían al suelo por la temperatura extrema.
En los países europeos todas las especies de estos animales están protegidas, se sanciona a quien las colecte, maltrate o mate. Italia cuenta con centros de recuperación. Fue en cuatro de ellos, en Roma, Rímini, Piazencia y Bergamo, donde la doctora Salinas desarrolló parte de sus estudios al encontrar información específica sobre el motivo del ingreso de los ejemplares.
Se les encontró deshidratados, lastimados, tirados en las calles, luego de caer de los techos de las casas, utilizados como refugios por algunas especies de murciélagos adaptadas a zonas urbanas.
En México hay alrededor de 140 especies y el conocimiento de su distribución permitirá modelar su disposición en las próximas décadas, así como realizar monitoreos de poblaciones para diseñar acciones de conservación.
En el contexto de la Ciudad de México, la presencia de murciélagos es una realidad, especialmente en algunas zonas verdes en las que se les ve forrajeando insectos o polinizando algunas plantas. La mayoría vive en cuevas, otros debajo de rocas, en los techos de las casas y en huecos de árboles. No hay ningún riesgo en compartir el ambiente con estos quirópteros.
La publicación en extenso del artículo publicado este mes en Biology, en la que la doctora Valeria Salinas Ramos aparece como autora principal, lleva por título “Los centros de rehabilitación de vida silvestre como herramientas para conocer los efectos adversos del cambio climático sobre especies de murciélagos insectívoros” (Admittance to Wildlife Rehabilitation Centres Points to Adverse Effects of Climate Change on Insectivorous Bats).