LOS DEBATES EN TORNO A LA FORMA DE GOBIERNO DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA

Publicado el 22 Septiembre 2021
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• Nueva sesión del Seminario México-Tenochtitlan, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) que esta vez trató el tema del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba

Las vicisitudes de la gestación e inicio de México como una nación independiente fue el tema de la sesión semanal del Seminario México-Tenochtitlan, que en esta ocasión abordó el recuento histórico sobre el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, En la conferencia a cargo del maestro José Manuel Villalpando César, actual secretario académico de la Escuela Libre de Derecho, en primer término, reconoció la labor propositiva del Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), por la organización de estos foros, pues forman parte esencial de nuestra identidad como mexicanos, pero también como capitalinos, dijo. El Plan de Iguala, recordó, fue publicado el 17 de marzo de 1821; no obstante, su proclamación, la fecha que nos compete, sucedió el 24 de febrero de ese mismo año. “Es nada menos que el Plan que nos concedió libertad, y nos otorgó nuestra independencia”.

Autor de 44 libros, Villalpando César apuntó que al arrancar 1821, la situación en la Nueva España era muy clara en el ámbito militar. “Ya había sido sofocado, en su mayoría, el movimiento insurgente. Las tropas realistas, a partir de la muerte de Morelos, hicieron una labor de policía, al intentar apagar los pequeños fuegos insurgentes que sobrevivieron”. Había, apuntó, un último reducto insurgente, encabezado por Vicente Guerrero, quien tenía a su cargo el mando de lo que subsistía de las tropas originales conformadas por tres o cuatro mil soldados, situados en la sierra del estado que lleva su apellido. El también docente en la Escuela Libre de Derecho, sostuvo que, en España, ocurrieron sucesos que no agradaron a la sociedad novohispana, como la puesta en vigor de la Constitución de Cádiz.

“Lo anterior, ocasionó que personajes importantes de aquel entonces, conspirasen para dar vida al sueño independentista y eligieron como líder al coronel Agustín de Iturbide, oficial realista que combatió contra Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón”. Iturbide, prosiguió, fue puesto al mando del ejército que el gobierno virreinal había enviado para combatir el reducto encabezado por Guerrero; sin embargo, se percató de la opresión del gobierno español, así como de la injusticia española.

“Sus ideas lo llevaron a una conclusión estratégicamente militar: tan fácil que sería conseguir la independencia, si nos uniéramos todos”. Al respecto, subrayó que existía un empate técnico militar, lo que impediría avances y progresos. Iturbide había optado por escribir una carta a Guerrero que, por sorprendente que resulte, Guerrero respondió. “Comenzó entonces una intensa correspondencia entre los dos, en la cual, Iturbide planteó una serie de principios, ideas y motivos para que Guerrero los valorara y reflexionara. Al final, se estableció una negociación, a través de la que se olvidaron diferencias, y se cedió en puntos específicos para lograr un bien común: la Independencia”.

Actual titular del programa “La historia que quiero vivir”, transmitida por Radio Fórmula, Villalpando detalló que las pláticas entre ambos rivales fue la antesala directa del Plan de Iguala. “Ambos se conocieron personalmente el 14 de marzo de 1821. Hoy conocemos ese hecho como el famoso Abrazo de Acatempan, aunque no fue ahí, sino en Teloloapan”. ¿Qué consiguió Iturbide?, inquirió el ponente, pues el acuerdo de Vicente Guerrero. El proceso independentista no podía consumarse por un golpe de mano de Iturbide, sino por algo que sólo Guerrero podía ofrecerle: legitimidad. “La Independencia se logra gracias a la obra negociadora, pacífica, y conciliadora de Guerrero e Iturbide”. Premio Nacional a la mejor recreación literaria sobre los símbolos patrios en 1990, Villalpando César resaltó que el Plan de Iguala se proclamó el 24 de febrero de 1821, y aunque Guerrero no estaba presente, se anunciaron tres puntos en los que había plena y total aceptación de Guerrero: la Independencia, la religión, y la unión. Pasaje histórico conocido como “Las Tres Garantías”. Con esos tres puntos, Iturbide diseñó y le dotó a México su bandera tricolor: el verde que representaba la Independencia; el blanco, a la religión; y el rojo, a la unión. Fue la bandera Trigarante”. Posteriormente, Iturbide fundó el primer grupo militar llamado “Ejército de las Tres Garantías”, conformado por los antiguos realistas, en su mayoría mexicanos; y los insurgentes, encabezados por Guerrero. Entonces, Iturbide propuso una monarquía constitucional. Guerrero, heredero directo de José María Morelos y Pavón, promotor de la Constitución de Apatzingán (publicada en 1814), defendía la idea de contar, como lo hicieron los insurgentes, con un gobierno republicano y que lo encabezara el mejor de los líderes del momento.

En la negociación final, de acuerdo con el profesor de la materia de Historia del Derecho Patrio, Guerrero aceptó, permitió y apoyó la propuesta de Iturbide a cambio, además de la separación de España, de incluir como propósito independentista, la igualdad, fundamental, y por la que lucharon Hidalgo y Morelos. A este nuevo ejército que tomó como enseña la bandera tricolor actual, sin el escudo, se sumaron los insurgentes: Vicente Guerrero, Juan Álvarez, Pedro Ascencio, Melchor Múzquiz, Nicolás Bravo, Ignacio López Rayón, Guadalupe Victoria. También, los antiguos realistas como José Joaquín Herrera, Manuel Gómez Pedraza, Anastacio Bustamante, Antonio de León, Miguel Barragán, Antonio López de Santa Anna e incluso militares españoles, como Pedro Celestino Negrete. De esa generación, muchos de ellos fueron presidentes de la república, hasta la aparición del Reforma y de Benito Juárez.

En ese tiempo, rememoró, apenas O’Donojú tocó territorio mexicano, se enteró de que el proceso estaba concluido, pero Iturbide se dio cuenta de la posición del virrey y quiso concretar una negociación más: si necesitó de Guerrero para obtener legitimidad, requería al virrey español para obtenerla sin enfrentamiento. El resultado fueron los Tratados de Córdoba. Villalpando César consideró que la reunión fue fundamental, porque O’Donojú aceptó todos los términos del Plan de Iguala, y sin facultad para hacerlo, suscribió los Tratados, en los que se reconoció la independencia de México, la religión católica, la unidad, la forma monárquica del gobierno y la igualdad. En el Plan se estableció que habría una monarquía constitucional, un emperador, que se llamaría Imperio Mejicano, que el trono se le ofrecería al rey Fernando VII o alguno de sus familiares. Pero en los Tratados se hizo una modificación, que consistió en que si Fernando VII o su familia no aceptaban ese ofrecimiento mexicano podría ser emperador de México quien fuera designado por el Congreso mexicano. Si el Plan fue el acuerdo con los insurgentes, los Tratados significaron la separación de los españoles.

Así, El 27 de septiembre se llevó a cabo el desfile y la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital del país. El acto concluyó con Agustín de Iturbide en el balcón del palacio virreinal, hoy Palacio Nacional. El 28 de septiembre de 1821 fue el día en que nació formalmente México. Por la mañana de ese día se reunieron los integrantes de la junta que designó a Iturbide, proclamaron oficialmente la independencia, redactaron y firmaron el acta de independencia.