LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN EL PROCESO INDEPENDENTISTA

Publicado el 01 Septiembre 2021

LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN EL PROCESO INDEPENDENTISTA

• Un repaso histórico del proceso fue el tema en la sesión en el Seminario México Tenochtitlan. Siete Siglos de Historia, coordinado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), en la que la conferencista fue la doctora Patricia Galeana Herrera

En esta ocasión, el Seminario México Tenochtitlan. Siete Siglos de Historia, abordó la participación de la mujer en el proceso independentista del país, en el que la doctora Patricia Galeana Herrera, conferencista en la sesión, hizo un repaso histórico de esos momentos, y resaltó la participación tanto de aquellas que estuvieron en las élites como en el ejército.

El foro, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) tuvo como tema “La importancia de las mujeres en la lucha de la Independencia”, y también estuvieron la doctora Nora Ricalde, directora de Vinculación de la Universidad Anáhuac y la doctora Ofelia Angulo Guerrero, subsecretaria de la SECTEI.

En su mensaje de bienvenida, la doctora Angulo Guerrero, señaló que, si bien es cierto que algunas mujeres fueron más reconocidas que otras, también es verdad que fue un número considerable quienes participaron activamente en esta causa.

En su ponencia, la doctora Patricia Galena Herrera, licenciada en Historia, maestra en Historia de México y doctora en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, aseguró que la historia de las mujeres ha sido olvidada, y que gracias al feminismo de mediados del siglo pasado se empezó a estudiar.

La doctora Galeana Herrera, quien dirigió al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México de 2013 a 2018, analizó cómo la organización social que impuso la conquista y la colonización estuvo basada en el origen racial. Los peninsulares ocuparon la punta de la pirámide social en un sistema de castas, siempre con la preeminencia europea.

A partir de la crisis de la monarquía española y de la intervención napoleónica a España, iniciaron los movimientos independentistas en todos los dominios españoles en América, recordó.

En este contexto, destacó el movimiento mexicano, pues adujo que se trató de una verdadera revolución. Fue encabezado por un cura, quien incorporó a todos los grupos sociales, un hecho que no ocurrió en otros países, donde los líderes fueron militares criollos.

Por ello, Ignacio Allende, militar, terminó por quitarle el poder a Miguel Hidalgo, cura al que puso en calidad de prisionero para así continuar con su idea de concretar un movimiento de élites criollas con un ejército organizado y no una revolución popular, algo desatado por Hidalgo, explicó.

Hizo hincapié en que, si se hace un comparativo en lo expuesto sobre la revolución mexicana, en este movimiento el ícono fueron las soldaderas, que pertenecían al pueblo, mientras que en la Independencia se recuerda a las mujeres de la élite.

“Esto es injusto para todo el contingente de aquellas que acompañaron a la insurgencia desde su inicio hasta la resistencia encabezada por Vicente Guerrero. Pero también lo es para las revolucionarias, pues se ha omitido a las maestras, normalistas que fueron dirigentes en la revolución de 1910, incluso desde antes”, reflexionó.

Es importante revisar y hablar de las mujeres de élite o de las que acompañaron a los insurgentes alimentándolos, cuidándolos, enterrándolos, pero que también eran espías, correos. Y así como en la revolución de 1910 ellas tomaron las armas, igualmente las hubo en el movimiento de Independencia.

Para la historiadora y catedrática de la UNAM, resulta muy dramático saber que ellas también fueron botín de guerra, pues eran violadas, encarceladas y ejecutadas para someter a la insurgencia.

Fundadora, directora y curadora del Museo de la Mujer, aludió a las mujeres más representativas del movimiento. Josefa Ortiz, citó, fue una de las más destacadas. “Fue una gran activista que comulgó con las ideas de su esposo, Miguel Domínguez, quien era partidario del movimiento y al que conoció el Colegio de las Vizcaínas, un centro de estudios autónomo de la monarquía”.

“Recortaba letras de los periódicos y así mandaba información sobre los movimientos de los realistas con la finalidad de que los insurgentes se enteraran de sus planes y no cayeran en sus manos.”.

Otra mujer, sostuvo la ex embajadora de México en Colombia, fue Mariana Rodríguez del Toro. Al caer presos Allende e Hidalgo propuso aprehender al virrey para canjear su vida por la del militar y la del clérigo.

Cuando la conspiración fue descubierta, la llevaron a la cárcel junto con su esposo, Manuel Lazarán con quien compartía ideales. Ambos fueron liberados en 1820; ella murió en 1821, sin presenciar la consumación de la Independencia.

La también ex secretaria técnica de la Comisión para los Festejos del Bicentenario de la Independencia del Senado de la República, refirió a Gertrudis Bocanegra. “Ella, junto con su esposo e hijo, quien tenía 17 años, abrazaron la causa insurgente y se incorporaron a las filas de Hidalgo. Ambos (esposo e hijo), murieron en la primera etapa de la lucha; Gertrudis siguió en hasta ser aprehendida y ejecutada por los realistas”.

Leona Vicario -continuó- fue otro ejemplo; se llamaba Leona, y dijo que quería vivir libre como una fiera. Era una mujer culta, de gran carácter, y en sus mensajes ocultos a los insurgentes, los nombraba con seudónimos para proteger su identidad.

La Güera Rodríguez, añadió, fue famosa no sólo por su belleza física, sino por su oposición y subversión al gobierno virreinal. Se casó tres veces y enviudó dos. “Fue llamada por la Inquisición, pero al conocer las relaciones prohibidas entre el inquisidor y su monaguillo fue liberada de cualquier cargo”.

La participación femenil en el proceso no cambió con la consumación de la Independencia y fue hasta la reforma liberal cuando ellas recibieron una educación como la de los hombres.

Nora Ricalde Rincón, directora de Vinculación de la Universidad Anáhuac, quien moderó el conversatorio, resaltó que la conferencia fue motivo para mostrar una injusticia epistémica, del conocimiento sobre el liderazgo femenino y sus aportaciones a la historia y a la cultura en general, sobre todo en México, pero que ha sido una constante en la historiografía mexicana y universal.