LA MÚSICA EN EL MUNDO PREHISPÁNICO Y COLONIAL

Publicado el 28 Abril 2021
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.45 (1).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.45.jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (2).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (1).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (3).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (4).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (5).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46 (6).jpeg
WhatsApp Image 2021-04-28 at 17.12.46.jpeg

• Nueva sesión en el Seminario México-Tenochtitlan. Siete siglos de historia, auspiciado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI)

En una nueva sesión del Seminario México Tenochtitlan. Siete siglos de historia que en esta ocasión tuvo como tema: Música prehispánica y música colonial, los expertos se refirieron a la relevancia de este arte en la cosmogonía en ambas épocas.

En su ponencia “Música colonial: hilvanando pasado con presente”, la doctora Lucero Enríquez Rubio, externó que la fecha de la caída de Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521, y la de la entrada del Ejército Trigarante a la capital, el 27 de septiembre de 1821 son incorrectas. “Para quienes gustan de partir el tiempo histórico en rebanadas de pastel habrá que decirles que ni la Conquista concluyó en esa fecha, ni la Independencia se consumó en ese día y año”.

Al respecto, reveló que la música nos cuenta otra historia, es cosa de buscarla y saber preguntarle, apuntó. “Hablo de ella entendida como el resultado de la organización de sonidos y silencios en el tiempo. Es un lenguaje, pues expresa y comunica. Lo visual nos proporciona lo extrínseco de las cosas, en tanto que lo sonoro nos da su esencia”.

Integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Enríquez Rubio precisó que Bernal Díaz del Castillo relató que Hernán Cortés ordenó pregonar y tocar trompetas y tambores en nombre de Su Majestad, antes de salir de Cuba rumbo a las tierras que conquistaría.

Desatada la guerra, prosiguió, si los tiros daban en el blanco a los españoles, el cronista nos relató que los indios tañían tambores y trompetillas, dando silbidos y voces diciendo a-la-lá, a-la-lá.

En su historia, Díaz del Castillo explica que el estruendo de la guerra enmudeció ante la capacidad negociadora y manipuladora de Hernán Cortés. Especialista en música del periodo barroco, la doctora Lucero Enríquez subrayó que Díaz del Castillo presenta la música como un fenómeno social total, un lenguaje de comunicación, identidad y ritualidad. “En su crónica vemos a la guerra y a la liturgia hermanadas por lo sonoro”.

Fundadora del Conjunto Virreinal, Enríquez Rubio dijo que, si bien hoy en día se puede reproducir la música de diversas maneras, no deja de ser la más frágil de las llamadas bellas artes. “Lo sonoro empieza a existir en el momento en que escuchamos el primer sonido, y deja de hacerlo cuando suena el último. Pronto se olvida, pues resulta imposible recordar una melodía mentalmente, mientras escuchamos físicamente otra”.

Ex directora de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), detalló que los sonidos son portadores de significados. “Ahí están el saludo al sol con un caracol marino, el toque al descanso con una trompeta militar o el tañido de una campana anunciando la muerte de un feligrés”.

Actual investigadora titular en el área de Música Colonial del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Lucero Enríquez reveló que no todo lo sonoro se codifica gráficamente, pues gran parte de ellos se transmite de boca en boca, y de generación en generación.

Enríquez señaló que como consecuencia de la conquista se destruyeron templos, se quemaron códices, y se ocultaron dioses. “Hoy vemos sus ruinas y fragmentos, pero los cánticos que se danzaban y los sonidos del caracol ¿a dónde se fueron?”.

Doctora en Historia del Arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Enríquez Rubio manifestó que muchos papeles y libros de música que algún día se encontraron en nuestro país, se han perdido irremisiblemente, pues fueron robados, vendidos o quemados. Sin embargo, aclaró, hay bibliotecas con fondos antiguos y archivos de música en las catedrales, que resguardan lo que ha podido sobrevivir.

En su mensaje de bienvenida, el maestro Uladimir Valdez Pereznuñez, subsecretario de Educación de la SECTEI, añadió que la música nos permite acercarnos a las épocas prehispánica y colonial desde otra perspectiva, y que estos espacios ayudan a entender la importancia de la cultura en nuestra sociedad.

El maestro José Navarro Noriega, de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) de la UNAM, abordó el tema de “La música en el valle de México hasta la caída de Tenochtitlan”, y refirió que de la música que había antes de la llegada de los europeos no se tiene registro directo.

Las fuentes con la que se cuentan en la actualidad para el tema se relacionan con las imágenes de los códices, declaraciones de los cronistas españoles que luego llegaron e instrumentos conservados en museos nacionales y extranjeros, así como prácticas que han permanecido a través del tiempo.

Navarro Noriega, músico, percusionista, improvisador y compositor, expuso que la música anterior a la llegada de los españoles se le ha llamado prehispánica, precolombina o mesoamericana, entre otras.

Se tiene que pensar en los términos náhuatls “tlatzotzonalli”, los instrumentos de percusión más importantes y variados; “tlapitzalli”, que hace referencia a los instrumentos de viento como caracoles y las flautas y de estas abarca las sencillas, dobles y triples, de forma de globo, alargadas, de diferentes tipos básicamente de barro y caña; y “kuikatl”, que hace alusión al canto, a la canción y género musical e incluían danza, poesía, esencias, olores o sabores sobre un acto ritual en general.

De los aspectos relevantes para entender la música y su función, es que fue una manifestación vinculada al mito, la manera cómo se generó y la relación con los dioses. A partir de ese momento, se establece como una comunicación divina, una manera de hacer fiesta, una ofrenda a los dioses. Esta situación explica la facilidad con la que los indios de México, a partir de la Colonia, se integraron a la nueva música y la adoptaron con una velocidad y pasión impresionantes, porque estaba ligada desde antes al tema religioso, algo esencial para ellos.

El maestro Navarro describió los instrumentos como sonajas, caracoles marinos, conchas de tortuga, raspadores y arcos sonadores. Sin embargo, los dos instrumentos principales fueron el “huéhuetl”, un tambor vertical labrado en una sola pieza, y el “teponastli”, un tronco ahuecado de una sola pieza, hecho con el caparazón de tortuga; por las características de diseño, se utilizaban baquetas y se le considera de construcción acústica única.

Ambos objetos, de acuerdo con el experto, formaban una pareja sagrada, en la zona maya, la tortuga era considerada femenina y el cuerno de venado como masculino. Aparecían en todo tipo de fiestas, celebraciones y rituales.

Entre los primeros testimonios de cronistas españoles que hicieron referencia a los instrumentos y a las prácticas musicales se encuentran los de Jerónimo de Mendieta, y Bernardino de Sahagún, que describían y narraban la importancia de la música y la danza de los indígenas, una sola unidad y práctica.

Navarro Noriega apuntó lo interesante de estos estudios es para conocer qué era la música, en qué contexto se daba, el significado para los indígenas a diferencia de lo que es para nosotros.