EL LIBRO EN LA ÉPOCA PREHISPÁNICA Y COLONIAL
• Hoy hubo una nueva sesión del conversatorio México-Tenochtitlan. Siete siglos de historia que en esta ocasión abordó el tema “El libro, lectores y los libros prohibidos, 1571-1820”, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI).
La relevancia del libro en la época prehispánica y en la colonial e incluso la censura en materia religiosa y de imprenta en que incurrió la corona española, fueron algunos de los tópicos que se abordaron hoy en una nueva sesión del Seminario México Tenochtitlan. Siete siglos de historia. En esta ocasión, el tema fue “El libro, lectores y los libros prohibidos, 1571-1820”, en el que participaron los doctores María Cristina Gómez, Marina Garone Gravier y Salvador Reyes, de la UNAM.
En su ponencia titulada: “Una Babel topógráfica. Imprenta y edición multilingüe en la Nueva España”, la doctora Garone Gravier, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, externó que en el primer siglo de la imprenta americana fueron pocas las obras producidas.
“Se calcula que, desde 1540 (en que apareció el primer texto indígena), hasta 1600, se produjeron 287 ediciones, de las que el 17 por ciento fueron títulos indígenas; la mitad del total estaban en náhuatl”. “En los conteos generales, así como en la comparación de producción editorial de esos siglos, reconocidos investigadores revelaron que el descenso en el número se debió al cambio de los proyectos sociales y culturales del virreinato, es decir, al fortalecimiento de una incipiente cultura criolla”.
Cofundadora y coordinadora de la Red Latinoamericana de Cultura Gráfica, explicó que se produjeron dos tipos de textos: los religiosos y los lingüísticos. “Cada uno con subcategorías, de las que, por ejemplo, en el siglo XVII, se encontraron géneros mixtos”.
Las obras indígenas, dijo, fueron mayoritariamente parte del clero regular, aunque también hubo laicos. Durante el primer siglo de la imprenta mexicana, la producción fue abrumadoramente de origen franciscano, primeros religiosos en pisar suelo mexicano.
El doctor Salvador Reyes Equiguas, doctor en Estudios Mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, explicó hoy en día reconocemos que los pueblos mesoamericanos, no solamente el maya, sino el zapoteco, el mixteco, el náhuatl, tenían un sistema de registro pleno, lo que permitió la objetivación de su memoria, historia y saberes.
En su presentación “La escritura, medio de resistencia cultural entre los nahuas. La regeneración documental en un contexto marginal, siglo XVI”, Reyes Equiguas dijo que se materializa el conteo del tiempo, se definen a los protagonistas de una historia y el espacio donde un hecho ocurrió, se hace una representación social de la conciencia histórica con la peculiaridad anclada en la oralidad.
El también profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), señaló que este proceso complementa lo que el registro gráfico indica.
Investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, detalló que la oralidad en la época prehispánica tenía un registro canónico encomendado a un sector especializado de escribanos que conocía las convenciones pictográficas y que, además, dominaba los relatos históricos.
El contenido de los códices, aseveró, nunca dejó de perder su connotación con la oralidad, compitió con el alfabeto y se impuso con el tiempo. “Tenemos todavía códices mixtos para el siglo XVIII. La oralidad perduró, pero el pictograma desapareció”.
Los códices producidos en libros manuscritos tuvieron una circulación restringida en el ámbito indígena, mientras que en náhuatl estuvieron ceñidos a los ámbitos doctrinario y lingüístico. La doctora María Cristina Gómez Álvarez, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, explicó que los españoles llegaron a América con la religión católica, la lengua española, y la imprenta y, con esta última, la censura.
Fue la persecución a textos que la corona española consideró peligrosos, tanto para sus intereses como para la religión católica. Desde que los reyes descubrieron América y empezaron la colonización, en la mayor parte del continente inició la censura a los libros, proceso encargado a la iglesia.
Integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), externó que la censura se clasificó en dos tipos: la previa, establecida antes de que un manuscrito se imprimiera y circulara, y la represiva, relacionada con el impreso y el manuscrito ya en circulación.
Para la primera, la corona destinó autoridades civiles y eclesiásticas que otorgaron licencias, y para la segunda, se instituyó la Inquisición. “La Inquisición la fundaron los reyes católicos en 1480, con la finalidad de perseguir problemas relacionados con la fe. En la Nueva España, en cambio, se fundó el Tribunal de la Inquisición de México en 1571”. Gómez detalló que la Inquisición creó nueve índices o catálogos de libros prohibidos. El primero, en 1551, y el último, en 1790. Con la censura represiva, los españoles lograron que los libros prohibidos no salieran de su territorio; así, se evitó que fuesen distribuidos, conocidos y leídos en otras latitudes.
A partir de 1790, la propaganda de la Revolución Francesa fue objeto de censura. “Se prohibieron de 473 libros de los que al Tribunal de la Inquisición de México correspondieron únicamente ocho. El periodo de 1810 a 1815 contempló 28, durante la insurgencia.