DEBATE EN TORNO A LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
•Nueva sesión del Seminario México-Tenochtitlan, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación
En una deliberación de expertos en torno a la ciencia y la tecnología en el mundo prehispánico, de la Colonia y posterior, en nuestro país, hoy continuó el Seminario México Tenochtitlan. Siete siglos de historia, auspiciado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI).
La sesión que tuvo como tema “La ciencia y la tecnología en las grandes transformaciones de México”, fue moderada por la titular de SECTEI, la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez. Estuvieron también la doctora Luz Fernanda Azuela, del Instituto de Geografía de la UNAM; el doctor Alejandro Tortolero Villaseñor, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); y el doctor Omar Escamilla González, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. La doctora Ruiz Gutiérrez dio la bienvenida a los participantes, y planteó la relevancia de la ciencia y la tecnología en el desarrollo económico y social de las sociedades; es muy importante distinguir a la ciencia de otras formas de conocimiento, la ciencia se separa de las explicaciones mágicas o vinculadas a la religión asentó.
La historia de la ciencia en el país es muy reciente y, por ejemplo, no se conocen muchos detalles del conocimiento prehispánico, aunque hubo avances en términos astronómicos, matemáticos e importantes saberes sobre las plantas y los animales, señaló. También comentó que en la historia de nuestro país, la ciencia y la tecnología no han tenido un apoyo suficiente de los sucesivos gobiernos.
En su intervención, la doctora Fernanda Azuela, recordó que las transformaciones en la humanidad han involucrado el desarrollo de conocimiento y tecnología; estos procesos no son resultado de la acción individual, sino de la circulación de saberes y prácticas que provienen de los intercambios entre comunidades.
En su charla titulada “La apropiación y coproducción del conocimiento en México. Una breve reflexión histórica”, eligió dos ejemplos para mostrar las asimetrías; uno fue la terapéutica indígena durante la Colonia que se sustentó en la colaboración voluntaria o forzada de las comunidades.
En este encuentro, continuó la especialista en el estudio histórico de la ciencia mexicana en el siglo XIX, los extranjeros se relacionaron con una diversidad de actores sociales: guías, traductores, artesanos y otros trabajadores que proporcionaron valiosa información y conocimientos sobre el entorno geográfico, el orden social y cultural, entre otras.
La densidad de conocimientos de las civilizaciones mesoamericanas era muy grande, por ejemplo, su organización urbana, sus conocimientos en astronomía y literatura, entre otros. En cualquier proceso de conquista u otra guerra se presenta el intercambio y la apropiación del conocimiento de ambos bandos.
En el caso de México significó procesos de circulación y negociación recíproca y asimétrica, resultado de una reconfiguración de conocimientos y tecnologías. En este proceso, se empezaron a traducir saberes locales a la parte europea como la terapéutica indígena, contenida en el Códice de la Cruz-Badiano, en 1553.
Otro ejemplo fue sobre el conocimiento de la geología de México en la obra de los mineros alemanes de la primera mitad del siglo XIX. Luego de la disolución de la Colonia, la apertura de fronteras derivó en la inmigración de empresarios, técnicos y científicos que realizaron expediciones para definir el potencial extractivo del país.
En su presentación “Técnica minera, Química, y Ciencias de la Tierra”, el doctor Escamilla González indicó que al hablar de las ciencias geológicas y la minería se rescata cómo los conocimientos prácticos se profesionalizan con el tiempo.
Por ejemplo, citó, está el proceso de separación de la plata, al que denominó como un caso de conocimiento práctico relevante. “Este metal ha sido uno de los recursos naturales más importantes para México. Desde la llegada de los españoles surgió la necesidad de crear técnicas para extraerla; estaba mezclada con otros minerales o metales y había que purificarla para ser comercializada o utilizada en temas religiosos y civiles”.
Escamilla González explicó la técnica de “patio de amalgamación” para la separación de la plata. “El método fue utilizado a largo de más de 300 años, un orgullo tecnológico de México ante el mundo”.
El método de amalgamación constituyó, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, una verdadera revolución en la minería hispanoamericana. La base del procedimiento fue la utilización del mercurio, mezclado con la plata molida, y depositado en grandes patios. Posteriormente, la amalgama era lavada y fundida, obteniéndose un metal más puro y recuperando parte del mercurio, que era reutilizado.
A partir de la fundación del Colegio de Minería o el Real Seminario de Minería de México se constituye la primera escuela de ingeniería en América. Las escuelas respectivas se fundaron de manera profesional a partir de 1765, con un modelo de enseñanza fusionó el conocimiento práctico con el científico.
En su intervención, el doctor Tortolero Villaseñor, en su ponencia “Tensiones entre ciencia y política: hacia un proyecto nacional en materia de bosques”, el doctor en historia y civilizaciones por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París, señaló que en el país se ha estudiado mucho la historia agraria desde una perspectiva social en la que se privilegia el análisis del tipo de sociedad rural, el modo de gestión del medio natural y el tipo de tecnología.
El investigador de la UAM citó el libro de Andrés Molina Enríquez “Los grandes problemas nacionales” (1909), de donde extrae que entre los problemas nacionales que reconoce el autor es la mala distribución de la propiedad, del riego y del crédito que crearon el atraso agrario.
La variable que propiciaba el movimiento revolucionario, rememoró, fue el modo de operar de la hacienda tradicional -840 hacendados poseían el 97 por ciento de la tierra-, que generaba reducidas ganancias para una minoría a costa del trabajo de grandes grupos de campesinos sin tierra y con bajos salarios, que casi en su totalidad debían a la tienda de raya.
El doctor Tortolero expuso que a partir de 1965 la publicación de una serie de estadísticas y el análisis de expertos señalaron que la caída de precios de las principales exportaciones mexicanas, unidas a malos años de cosecha, fueron variables que exhibieron nuevamente un problema estructural.
Tortolero Villaseñor sostuvo que, en la agricultura, se había seguido el modelo francés. A partir de este momento, Miguel Ángel de Quevedo empezó a estudiar cómo crear una escuela de bosques en México. Derivado de lo anterior, Quevedo fundó, en 1906, la Escuela Forestal Mexicana, basada en el esquema galo, que contribuyó a la conservación de los bosques. En la sesión de preguntas y respuestas, la doctora Ruiz Gutiérrez formuló el cuestionamiento a los participantes en torno a la distinción entre ciencia y tecnología.
Al respecto, el doctor Tortolero ejemplificó que la escuela de Quevedo, al principio tuvo mucho que ver con una serie de materias científicas que estaban dentro de la escuela forestal, pero también con conocimientos prácticos que se hacían en los Viveros de Cuajimalpa o en los de Coyoacán. Es a partir de esta formación que se establecieron materias como geometría, aritmética, geografía, gramática en las ciencias físicas nociones de física y química, botánica forestal, zoología forestal e higiene. Había una formación científica de los entonces 26 egresados de la escuela de Bosques, abundó.