Hay


Hay

palabras de plástico

sentimientos de plástico

y caras de plástico, te dije

el día que hablamos de Jude Law.

Y tú,

con las manos llenas de tierra,

me enseñaste que por dentro

somos sucios

y hermosos.


Sofía Castañón


"Animales interiores"


Ediciones Trabe, España. 2007.

“Dos Cuerpos”

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos raíces
en las noches enlazadas

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Octavio Paz, 1944

México: Fascículos Planeta, S.A. de C.V., 1989.

Súbete ya la falda

Déjame ver tus senos.

Ándale, que el pezón

asome su nariz sobre la barda

del corpiño.

Súbete ya la falda,

que tus piernas

desnudas, blancamente

retocen colocándose la media

poco a poco, hacia arriba, del deseo.

Arrima la cadera

como una luna llena

de miel para mi noche.

Arroja ya el vestido:

no le pongas cortinas a mis ojos,

quítale a mis pupilas telarañas.

Muéstrame en fin tu sexo,

el prólogo de tus células completas.

         Te invito a deletrear el infinito.


Enrique González Rojo (1928)
La nueva poesía amorosa de América Latina
Saúl Ibargoyen y Jorge Boccanera
Editores Mexicanos Unidos, México, 1980

"Las Perfecciones Naturales"


De las capitanías de la oruga

sabe el rosal

lo que le corresponde


Silenciosas boquitas

que roen de noche

o bajo la altanera plenitud del gran sol

las perfecciones naturales


Ante ellas no hay belleza

Sólo avidez

sólo la necesidad de estar vivas


Y perduran matando

como nosotros.


José Emilio Pacheco [1973-1975]


"La fábula del tiempo. Antología poética"

Ediciones Era. México, 2005.

Autorretrato

Yo soy una señora: tratamiento

arduo de conseguir, en mi caso, y más útil

para alternar con los demás que un título

extendido a mi nombre en cualquier academia.


Así, pues, luzco mi trofeo y repito:

yo soy una señora. Gorda o flaca

según las posiciones de los astros,

los ciclos glandulares

y otros fenómenos que no comprendo.


Rubia, si elijo una peluca rubia.

O morena, según la alternativa.

(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)


Soy más o menos fea. Eso depende mucho

de la mano que aplica el maquillaje.


Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo

—aunque no tanto como dice Weininger

que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre.

Lo cual, por una parte, me exime de enemigos

y, por la otra, me da la devoción

de algún admirador y la amistad

de esos hombres que hablan por teléfono

y envían largas cartas de felicitación.

Que beben lentamente whisky sobre las rocas

y charlan de política y de literatura.


Amigas... hmmm... a veces, raras veces

y en muy pequeñas dosis.

En general, rehuyo los espejos.

Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal

y que hago el ridículo

cuando pretendo coquetear con alguien.


Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño

que un día se erigirá en juez inapelable

y que acaso, además, ejerza de verdugo.

Mientras tanto lo amo.


Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.

Hablo desde una cátedra.

Colaboro en revistas de mi especialidad

y un día a la semana publico en un periódico.


Vivo enfrente del Bosque. Pero casi

nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca

atravieso la calle que me separa de él

y paseo y respiro y acaricio

la corteza rugosa de los árboles.


Sé que es obligatorio escuchar música

pero la eludo con frecuencia. Sé

que es bueno ver pintura

pero no voy jamás a las exposiciones

ni al estreno teatral ni al cine-club.


Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo

y, si apago la luz, pensando un rato

en musarañas y otros menesteres.


Sufro más bien por hábito, por herencia, por no

diferenciarme más de mis congéneres

que por causas concretas.


Sería feliz si yo supiera cómo.

Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,

los parlamentos, las decoraciones.


En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto

es en mí un mecanismo descompuesto

y no lloro en la cámara mortuoria

ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.


Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo

el último recibo del impuesto predial.


Rosario Castellanos (1972)

"Poesía no eres tú: Obra poética 1948-1971"

Fondo de Cultura Económica. México, 2001.

Cuando estuve en el mar era marino...


Cuando estuve en el mar era marino

este dolor sin prisas.

Dame ahora tu boca:

me la quiero comer con tu sonrisa.


Cuando estuve en el cielo era celeste

este dolor urgente.

Dame ahora tu alma:

quiero clavarle el diente.


No me des nada, amor, no me des nada:

yo te tomo en el viento,

te tomo del arroyo de la sombra,

del giro de la luz y del silencio,

de la piel de las cosas

y de la sangre con que subo al tiempo.

Tú eres un surtidor aunque no quieras

y yo soy el sediento.


No me hables, si quieres, no me toques,

no me conozcas más, yo ya no existo.

Yo soy sólo la vida que te acosa

y tú eres la muerte que resisto.


Jaime Sabines

"Antología poética"

Fondo de Cultura Económica. México, 2005.

Nada más, Poesía:


la mas alta clemencia


está en la flor sombría


que da toda su escencia.


No busques otra cosa.


¡Corta, abrevia, resume;


no quieras que la rosa


de más que su perfume!


Jaime Torres Bodet


“Obras escogidas”


Fondo de Cultura Económica, México. 1955.


Hay muchos dedos.

Muchos dedos agresivos.

Los índices se levantan.

Los índices que señalan al prójimo

que acusan

que envidian.

Una cortina de dedos

Una marea de dedos

Una muralla me señala.

Las lenguas se levantan, se despiertan

se afilan

se liman en los dientes

se envenenan en la saliva del colmillo.

Lenguas rasposas.

Lenguas que han lamido culos.

Lenguas que duermen solas

 en sus cuevas de cavidades putrefactas.

Las lenguas que no vemos en medio de las risas.

Lenguas sin ventilar.

Lenguas que pican.

No muerdan a su nombre tan hermoso.


Elena Garro    1956


 “Cristales de tiempo”


Universidad Autónoma de Nuevo León, México. 2016.

Hacha


Somos hachas de acero y fuego.

Nuestra vida es segar e iluminar.

Con el metal,


nos talamos el tronco.

Con el fuego,

iluminamos el corte,


el talar de lo que somos.


Carmen Boullosa


“Hamartia (o Hacha): poemas”


Ediciones Hiperión, España. 2015

Nocturno sueño


Abría las salas

profundas el sueño

y voces delgadas

corrientes de aire

entraban


Del barco del cielo

del papel pautado

caía la escala

por donde mi cuerpo

bajaba


El cielo en el suelo

como en un espejo

la calle azogada

dobló mis palabras


Me robó mi sombra

la sombra cerrada

Quieto de silencio

oí que mis pasos

pasaban


El frío de acero

a mi mano ciega

armó con su daga

Para darme muerte

la muerte esperaba


Y al doblar la esquina

un segundo largo

mi mano acerada

encontró mi espalda


Sin gota de sangre

sin ruido ni peso

a mis pies clavados

vino a dar mi cuerpo


Lo tomé en los brazos

lo llevé a mi lecho


Cerraba las alas

profundas el sueño.


Xavier Villaurrutia


"Antología"


Fondo de Cultura Económica, México. 1980.


Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.

Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,

no sé si me querían, y si esperaban verme.

En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,

una sangría exploratoria lo batió alegremente en cuatro sets.

Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,

yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.

Mi mujer sube y baja una pequeña escalera

como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.

Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.

Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran

a la ventana que tengo a mi espalda.


(esto de los caballos me recuerda a cierto relato)


Julio Cortázar 1954


"Poesía y poética. Obras completas"


Galaxia Gutenberg, Barcelona. 2003.


Poco sé de la noche

pero la noche parece saber de mí,

y más aún, me asiste como si me quisiera,

me cubre la conciencia con sus estrellas.


Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.

Tal vez la noche es nada

y las conjeturas sobre ella nada

y los seres que la viven nada.

Tal vez las palabras sean lo único que existe

en el enorme vacío de los siglos

que nos arañan el alma con sus recuerdos.


Pero la noche ha de conocer la miseria

que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.

Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas

sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.


Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

Su lágrima inmensa delira

y grita que algo se fue para siempre.


Alguna vez volveremos a ser.


Alejandra Pizarnik


"Poesía completa"


Lumen, España. 2016

Oda al libro II

LIBRO

hermoso,

libro,

mínimo bosque,

hoja

tras hoja,

huele

tu papel

a elemento,

eres

matutino y nocturno,

cereal,

oceánico,

en tus antiguas páginas

cazadores de osos,

fogatas

cerca del Mississippi,

canoas

en las islas,

más tarde

caminos

y caminos,

revelaciones,

pueblos

insurgentes,

Rimbaud como un herido

pez sangriento

palpitando en el lodo,

y la hermosura

de la fraternidad,

piedra por piedra

sube el castillo humano,

dolores que entretejen

la firmeza,

acciones solidarias,

libro

oculto

de bolsillo

en bolsillo,

lámpara

clandestina,

estrella roja.


Nosotros

los poetas

caminantes

exploramos

el mundo,

en cada puerta

nos recibió la vida,

participamos

en la lucha terrestre.

Cuál fue nuestra victoria?

Un libro,

un libro lleno

de contactos humanos,

de camisas,

un libro

sin soledad, con hombres

y herramientas,

un libro

es la victoria.

Vive y cae

como todos los frutos,

no sólo tiene luz,

no sólo tiene

sombra,

se apaga,

se deshoja,

se pierde

entre las calles,

se desploma en la tierra.

Libro de poesía

de mañana,

otra vez

vuelve

a tener nieve o musgo

en tus páginas

para que las pisadas

o los ojos

vayan grabando

huellas:

de nuevo

descríbenos el mundo

los manantiales

entre la espesura,

las altas arboledas,

los planetas

polares,

y el hombre

en los caminos,

en los nuevos caminos,

avanzando

en la selva,

en el agua,

en el cielo,

en la desnuda soledad marina,

el hombre

descubriendo

los últimos secretos,

el hombre

regresando

con un libro,

el cazador de vuelta

con un libro,

el campesino arando

con un libro.


Pablo Neruda


"Odas elementales"


Losada, Argentina. 1967.



Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas

defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos


defender la alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardiacos

de las endemias y las academias


defender la alegía como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres


defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y de la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa


defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar

y también de la alegría.


Mario Benedetti


"Los espejos las sombras"


Ediciones Universidad de Salamanca, España. 1999.


El día queda atrás,

apenas consumido y ya inútil.

Comienza la gran luz,

todas las puertas ceden ante un hombre

dormido,

el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.


El tiempo,

la gran puerta entreabierta,

el astro que ciega.


No es con los ojos que se ve nacer

esa gota de luz que será,

que fue un día.


Canta abeja, sin prisa,

recorre el laberinto iluminado,

de fiesta.


Respira y canta.

Donde todo se termina abre las alas.

Eres el sol,

el aguijón del alba,

el mar que besa las montañas,

la claridad total,

el sueño.


Blanca Varela


"Luz de día"


Ediciones de La Rama Florida, Perú. 1963.

El poeta es un fingidor


El poeta es un fingidor.

Finge tan completamente

que hasta finge que es dolor

el dolor que en verdad siente,

Y, en el dolor que han leído,

a leer sus lectores vienen,

no los dos que él ha tenido,

sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,

distrayendo a la razón,

y gira, el tren de juguete

que se llama corazón.


Fernando Pessoa


"El poeta es un fingidor. Antología Poética"


Cátedra ediciones, España. 2018.

En que da moral censura a una rosa


Rosa divina que en gentil cultura

eres, con tu fragante sutileza,

magisterio purpúreo en la belleza,

enseñanza nevada a la hermosura.


Amago de la humana arquitectura,

ejemplo de la vana gentileza,

en cuyo ser unió naturaleza

la cuna alegre y triste sepultura.


¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,

soberbia, el riesgo de morir desdeñas,

y luego desmayada y encogida


de tu caduco ser das mustias señas,

con que con docta muerte y necia vida,

viviendo engañas y muriendo enseñas!


Sor Juana Inés de la Cruz


"Selección Poética"


Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, España. 2013



Sólo tu corazón caliente,

y nada más.


Mi paraíso un campo

sin ruiseñor

ni liras,

con un río discreto

y una fuentecilla.


Sin la espuela del viento

sobre la fronda,

ni la estrella que quiere

ser hoja.


Una enorme luz

que fuera

luciérnaga

de otra,

en un campo

de miradas rotas.


Un reposo claro

y allí nuestros besos,

lunares sonoros

del eco,

se abrirían muy lejos.


Y tu corazón caliente,

nada más.


Federico García Lorca


"Libro de Poemas"


Editorial NoBooks, España. 2017.

Tochan in Altepetl / Nuestra casa, recinto de flores


Nuestra casa, recinto de flores,

con rayos de sol en la ciudad,

México Tenochtitlán en tiempos antiguos;

lugar bueno, hermoso,

nuestra morada de humanos,

nos trajo aquí el dador de la vida,

aquí estuvo nuestra fama, nuestra gloria en la tierra.


Nuestra casa, niebla de humo,

ciudad mortaja,

México Tenochtitlán ahora;

enloquecido lugar de ruido

¿aún podemos elevar un canto?

Nos trajo aquí el dador de la vida

aquí estuvo nuestra fama, nuestra gloria en la tierra.


_


Tochan in Altepetl


Tocahn in xochitlah,

tonameyoticac in altepetl,

ye in huecauh Mexihco Tenochtitlán;

cualcan, yeccan,

totlacamaniyan otechmohualhuiquili Ipalnemohuani,

nican catca totlenyoh,

tomazhuizoh in tlaticpac.


Tochan pocayautlan,

nemequimilolli in altepetl

ye in axcan Mexihco Tenochtitlán;

tlahuelilocatiltic tlacahuacayan.

¿Cuix oc huel tiquehuazqueh nican in cuicatl?

nican otechmohualhuiquili Ipanelnemohuani,

nican catca totlenyouh, tomahuizouh in tlalticpac.


Miguel León Portilla


"Las Lenguas de América: Recital de Poesía"


UNAM, México. 2005.


La piel, de no rozarla con otra piel

se va agrietando...

Los labios, de no rozarlos con otros labios

se van secando...

Los ojos, de no mirarse con otros ojos

se van cerrando...

El cuerpo, de no sentir otro cuerpo cerca

se va olvidando...

El alma, de no entregarse con toda el alma

se va muriendo.


Bertolt Brecht


“Poemas 1913-1953”


Routdledge, Estados Unidos. 1979.

Ya ves que tontería


Ya ves qué tontería,

me gusta escribir tu nombre,

llenar papeles con tu nombre,

llenar el aire con tu nombre,

decir a los niños tu nombre,

escribir a mi padre muerto

y contarle que te llamas así.

Me creo que siempre que lo digo me oyes.

Me creo que da buena suerte:

Voy por las calles tan contenta

y no llevo encima nada más que tu nombre.


Gloria Fuentes


“Antología de la poesía española del siglo XXI”


Ediciones Istmo, España. 2003.

Lo que dejé por ti


Dejé por ti mis bosques, mi perdida

arboleda, mis perros desvelados,

mis capitales años desterrados

hasta casi el invierno de la vida.


Dejé un temblor, dejé una sacudida,

un resplandor de fuegos no apagados,

dejé mi sombra en los desesperados

ojos sangrantes de la despedida.


Dejé palomas tristes junto a un río,

caballos sobre el sol de las arenas,

dejé de oler la mar, dejé de verte.


Dejé por ti todo lo que era mío.

Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,

tanto como dejé para tenerte.


Rafael Alberti


"Roma, peligro para caminantes"


Ediciones Litoral S.A., España. 1974.

Los amorosos


Los amorosos callan.

El amor es el silencio más fino,

el más tembloroso, el más insoportable.

Los amorosos buscan,

los amorosos son los que abandonan,

son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,

no encuentran, buscan.


Los amorosos andan como locos

porque están solos, solos, solos,

entregándose, dándose a cada rato,

llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos

viven al día, no pueden hacer más, no saben.

Siempre se están yendo,

siempre, hacia alguna parte.

Esperan,

no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.

El amor es la prórroga perpetua,

siempre el paso siguiente, el otro, el otro.

Los amorosos son los insaciables,

los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.


Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.

Las venas del cuello se les hinchan

también como serpientes para asfixiarlos.

(Fragmento)


Jaime Sabines


"100 poemas mexicanos en papel revolución"


Corporación Mexicana de Impresión, México, D.F. 2008

A media voz


la lentitud es belleza

copio estas líneas ajenas

respiro

acepto la luz

bajo el aire ralo de noviembre

bajo la hierba sin color

bajo el cielo cascado y gris

acepto el duelo

y la fiesta


no he llegado

no llegaré jamás

en el centro de todo está el poema

intacto sol

ineludible noche


sin volver la cabeza

merodeo su luz

su sombra

animal de palabras

husmeo su esplendor

su huella

sus restos

todo para decir

que alguna vez estuve

atenta desarmada



sola casi en la muerte

casi en el fuego.


Blanca Varela


"Canto villano: Poesía reunida, 1949-1994"


Fondo de Cultura Económica del Perú, 2017.


Ya puedes ver el trágico escenario

y cada cosa en el lugar debido;

La espada y la ceniza para Dido

y la moneda para Belisario.


¿A qué sigues buscando en el brumoso

Bronce de los hexámetros la guerra

Si están aquí los siete pies de la tierra,

La brusca sangre y el abierto foso?


Aquí te acecha el insondable espejo

Que soñará y olvidará el reflejo

de tus postrimerías y agonías.


Ya te cerca lo último. Es la casa

Donde tu lenta y breve tarde pasa

Y la calle que ves todos los días.


Jorge Luis Borges


"Las grandes obras del siglo veinte" Borges poesía y prosa


Emecé Editores, Buenos Aires, 1979

Olvídate del mar


Ven a mis brazos y coloca

tu boca a lo largo de mis venas,

y apenas tengas miedo de quererme,

ahógate en el río de tus penas

y olvídame olvidándote de todo:

del mundo, del amor, de los ocasos

y acasos planetarios, de la luna,

del mar, los dromedarios, de la nieve,

        el viento aleve, las dunas y

        [mis brazos.

Fernando del Paso


"Antología de textos de aquí allá y acullá"


Edición no comercial, México DF, 2016.

Me doctoré…


Me doctoré en masoquismos

también en jurisprudencia

me doctoré en la alta ciencia

de fabricar silogismos

y de inventar espejismos

Me doctoré en la vehemencia

de saber que la conciencia

sólo acelera los ismos

Me doctoré en teología

también en melancolía

Me doctoré en letras muertas

también en ciencias inciertas

Me doctoré en el amor

lo practiqué en Do Mayor.


Pita Amor


"Una historia de Amor llamada Pita"


Instituto Nacional de Bellas Artes, México. 1994.

A  julio Rojas


INMENSIDAD AZUL. Inmensidad

patria del tiburón y el calamar;

por el temblor rumbero de tus ondas

vienes a ser el precursor del jazz...


Síntesis colosal

de mariscos, espumas "and steamers"

Profundo aquel filósofo que dijo:


"Cuánta agua tiene el mar"...


¿Fue Vasconcelos?

¿Fue Bergson?

¿Fue Kant?...


Renato Leduc


"Obra literaria, letras mexicanas"


Fondo de Cultura Económica, México, D.F. 2000.

Libertad bajo palabra


Viento

Cantan las hojas,

bailan las peras en el peral;

gira la rosa,

rosa del viento, no del rosal.

Nubes y nubes

flotan dormidas, algas del aire;

todo el espacio

gira con ellas, fuerza de nadie.


Todo es espacio;

vibra la vara de la amapola

y una desnuda

vuela en el viento lomo de ola.


Nada soy yo,

cuerpo que flota, luz, oleaje;

todo es del viento

y el viento es aire

siempre de viaje…


Octavio Paz


"Libertad bajo palabra"


Fondo de Cultura Económica, México. 1993.



Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;

es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.


Sor Juana Inés de la Cruz


“Sonetos y Villancicos”


    No temas, mi señor: estoy alerta

mientras tú de la tierra te desligas

y con el sueño tu dolor mitigas,

dejando el alma a la esperanza abierta.



    Vendrá la aurora y te diré: Despierta,

huyeron ya las sombras enemigas.

Soy compañero fiel de tus fatigas

y celoso guardián junto a tu puerta.


    Te avisaré del rondador nocturno,

del amigo traidor, del lobo fiero

que siempre anhelan encontrarte inerme.


    Y si llega con paso taciturno

la muerte, con mi aullido lastimero

también te avisaré… ¡Descansa y duerme!


Manuel José Othón


"El Galano arte de leer. Vol. 01: Antología Didáctica"


Trilla, México. 1990.

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.


Alejandra Pizarnik


“Poesía completa”


Debolsillo, México. 2018.

Madrigal Romántico


    Era un cautivo beso enamorado

de una mano de nieve que tenía

la apariencia de un lirio desmayado

y el palpitar de un ave en agonía.

    Y sucedió que un día,

aquella mano suave

de palidez de cirio,

de languidez de lirio,

de palpitar de ave,

se acercó tanto a la prisión del beso,

que ya no pudo más el pobre preso

y se escapó; mas, con voluble giro,

huyó la mano hasta el confín lejano,

y el beso, que volaba tras la mano,

rompiendo el aire, se volvió suspiro.


Luis G. Urbina


El Galano arte de leer. Vol. 01: Antología Didáctica


Trillas, México. 1990.


Hay besos que pronuncian por sí solos

la sentencia de amor condenatoria,

hay besos que se dan con la mirada

hay besos que se dan con la memoria.


Hay besos silenciosos, besos nobles

hay besos enigmáticos, sinceros

hay besos que se dan sólo las almas

hay besos por prohibidos, verdaderos.


Hay besos que calcinan y que hieren,

hay besos que arrebatan los sentidos,

hay besos misteriosos que han dejado

mil sueños errantes y perdidos.


Hay besos problemáticos que encierran

una clave que nadie ha descifrado,

hay besos que engendran la tragedia

cuantas rosas en broche han deshojado.


Hay besos perfumados, besos tibios

que palpitan en íntimos anhelos,

hay besos que en los labios dejan huellas

como un campo de sol entre dos hielos.


Hay besos que parecen azucenas

por sublimes, ingenuos y por puros,

hay besos traicioneros y cobardes,

hay besos maldecidos y perjuros.


Judas besa a Jesús y deja impresa

en su rostro de Dios la felonía,

mientras la Magdalena con sus besos

fortifica piadosa su agonía.


Desde entonces en los besos palpita

el amor, la traición y los dolores,

en las bodas humanas se parecen

a la brisa que juega con las flores.


Hay besos que producen desvaríos

de amorosa pasión ardiente y loca,

tú los conoces bien, son besos míos

inventados por mí, para tu boca.


Besos de llama que en rastro impreso

llevan los surcos de un amor vedado,

besos de tempestad, salvajes besos

que solo nuestros labios han probado.


¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;

cubrió tu faz de cárdenos sonrojos

y en los espasmos de emoción terrible,

llenáronse de lágrimas tus ojos.


¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso

te vi celoso imaginando agravios,

te suspendí en mis brazos... vibró un beso,

y qué viste después...? Sangre en mis labios.


Yo te enseñé a besar: los besos fríos

son de impasible corazón de roca,

yo te enseñé a besar con besos míos

inventados por mí, para tu boca.


Gabriela Mistral


“Romance y poesía las mejores poesías para recitar”


Editorial Don Bosco, Ecuador. 1961.


                    A María Kodama


Hay tanta soledad en ese oro.

La luna de las noches no es la luna

Que vio el primer Adán. Los largos siglos

De la vigilia humana la han colmado

De antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.


Jorge Luis Borges


"Las grandes obras del siglo veinte. Borges poesía y prosa"


Emecé Editores, Argentina. 1979.


En este minicontinente

superpoblado y supercomunicado

 hasta en las revistas más sofisticadas

 aparecen los anuncios

 hombre aburrido busca

 mujer aburrida

 para compartir aburrimiento


Isabel Fraire


"Puente colgante: poesía reunida"


Universidad Autónoma Metropolitana, México. 1997

Horas altas


En esta hora fugaz

Hoy no es ayer

Y aún parece muy lejos la mañana.


Hay un azoro múltiple,

Extrañeza

De estar aquí, de ser

En un ahora tan feroz

Que ni siquiera tiene fecha.


¿Son las últimas horas de este ayer

o el instante en que se abre otro mañana?


Se me ha perdido el mundo

Y no sé cuándo

comienza el tiempo de empezar de nuevo.


Vamos a ciegas en la oscuridad.

Caminamos sin rumbo por el fuego.


José Emilio Pacheco


“Islas a la deriva”


Ediciones Era, México. 1985.


Aunque tu nombre es tierno como un beso

y trasciende como óleo derramado,

y tu recuerdo es dulce y deseado,

rica fiesta al sentido y embeleso;


y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso

como un sello en el alma dibujado,

no basta al corazón enamorado

para alcanzar la vida todo eso.


Ya sólo, Amor, perdido en tus abrazos,

cabe tu pecho detendrá su empeño:

no aflojará las redes y los lazos,


verá la paz ni gozará del sueño,

hasta que tenga paz entre tus brazos

y duerma en el regazo de su Dueño.


Concha Urquiza


"El corazón preso"


Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Publicaciones, México. 1990.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente,

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas están llenas de mi alma

emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía.

        De Veinte poemas de amor y una canción desesperada


Pablo Neruda


"Regalo de un Poeta"


Vergara y Riba Editoras, Argentina. 2004.

LA TIERRA ESTÁ SONANDO


La tierra está sonando

y yo estoy desolada

hueca por dentro, triste.


Mi juventud se tiende como el ala

rígida y negra de una golondrina.

Se me estremecen muy espesos árboles

y me duelen las aguas más tranquilas.


La tierra está sonando

llora de amor y hiere

mientras ama.

Y mata, y acaricia.


!Quien nos encierra duro

como a la flor en su rojo silencio

de párpados ahogados

o de cerrados pétalos!


La tierra está sonando.

Aguas, espesos árboles:

¡Tierra sobre mi cuerpo!


Dolores Castro


"Viento quebrado: Poesía reunida"



Fondo de Cultura Económica, México. 2010.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos raíces
en las noches enlazadas

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Octavio Paz, 1944

México: Fascículos Planeta, S.A. de C.V., 1989.

Himno al Arbol


A don José Vasconcelos


Arbol hermano, que clavado

Por garfios pardos en el suelo,

La clara frente has elevado

En una intensa sed de cielo:


Hazme piadoso hacia la escoria

De cuyos limos me mantengo,

Sin que se duerma la memoria

Del país azul de donde vengo.


Arbol que anuncias al viadante

La suavidad de tu presencia

Con tu amplia sombra refrescante

Y con el nimbo de tu esencia:


Haz que revele mi presencia,

En la pradera de la vida,

Mi suave y cálida influencia

de criatura bendecida.


Árbol diez veces productor:

el de la poma sonrosada,

el del madero constructor,

el de la brisa perfumada,

el del follaje amparador;


el de las gomas suavizantes

y las resinas milagrosas,

pleno de brazos agobiantes

y de gargantas melodiosas:


hazme en el dar un opulento

¡Para igualarte en lo fecundo,

el corazón y el pensamiento

se me hagan vastos como el mundo!


Y todas las actividades

no lleguen nunca a fatigarme:

¡las magnas prodigalidades

salgan de mí sin agotarme!




Árbol donde es tan sosegada

la pulsación del existir,

y ves mis fuerzas la agitada

fiebre del mundo consumir:


hazme sereno, hazme sereno,

de la viril serenidad

que dio a los mármoles helenos

su soplo de divinidad.


Árbol que no eres otra cosa

que dulce entraña de mujer,

pues cada rama mece airosa

en cada leve nido un ser:


dame un follaje vasto y denso,

tanto como han de precisar

los que en el bosque humano, inmenso,

rama no hallaron para hogar.


Árbol que donde quiera aliente

tu cuerpo lleno de vigor,

levantarás eternamente

el mismo gesto amparador


haz que a través de todo estado

-niñez, vejez, placer, dolor-

Levante mi alma un invariado

y universal gesto de amor!


Gabriela Mistral


“Poesía y Prosa”


Bibioteca Ayacucho, Chile. 1993.

El racimo inocente


Así, como jugando, te acerqué el corazón

Hace ya mucho tiempo, en una primavera…

Pero tú, indiferente, pasaste por mi vera…

Hace ya mucho tiempo.


Sabio de toda cosa, no sabías acaso

Ese juego de niña que cubría discreto

Con risas inocentes el tremendo secreto,

Sabio de toda cosa…


Hoy, de vuelta a mi lado, ya mujer, tú me pides

El corazón aquél que en silencio fue tuyo,

Y con torpes palabras negativas arguyo

Hoy, de vuelta a mi lado.


Oh, cuando te ofrecí el corazón en aquella

Primavera, era un dulce racimo no tocado

El corazón… Ya otros los granos han probado

Del racimo inocente…


Alfonsina Storni


"Alfonsina Storni. Selección Poética"


Edition Reichenberger, Alemania. 1998.

Yo persigo una forma


Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,

botón de pensamiento que busca ser la rosa;

se anuncia con un beso que en mis labios se posa

al abrazo imposible de la Venus de Milo.


Adornan verdes palmas el blanco peristilo;

los astros me han predicho la visión de la Diosa;

y en mi alma reposa la luz como reposa

el ave de la luna sobre un lago tranquilo.


Y no hallo sino la palabra que huye,

la iniciación melódica que de la flauta fluye

y la barca del sueño que en el espacio boga;


y bajo la ventana de mi Bella Durmiente,

el sollozo continuo del chorro de la fuente

y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.


Rubén Darío


"Prosas profanas y otros poemas"


Ediciones Akal, España. 1999.

Amoreto  V


Quiero ver en tus ojos el destello,

la inquietud de mi fibra, el rocío

en tus manos asidas a mi río,

el recodo en que habita lo más bello.


Quiero ser en la sangre de tu sello

hoja hueva en el vaso antes vacío,

ser, amor, tu sabor en el estío,

la delicia en el pulso de tu cuello.


Quiero andar tu sudor y tu saliva,

atreverme a probar el agua viva

que en tu beso refleja la dulzura


del estanque aromado y su tersura;

agua rauda y ardiente que cautiva

brillo de agua que colma mi hendidura.


Ethel  Krauze


"Amoreto: Amor en Soneto"


Plaza y Valdés Editores, México.  1999.

Freudiano


Una noche después

soñé que eras mi padre,

reclinabas tu cabeza en mi pecho,

y eras también mi hermano.

Como en un ábaco

pasabas las cuentas de mi gargantilla

colmando las arcas del deseo

¡Mea culpa!


Elva Macías    


"Imagen y semejanza"


Difusión Cultural, UNAM, México. 1982.

Yo soy la amada...


Yo soy la amada, amante, soy la amada:

voy andando las horas que separan

mi cuerpo de tu cuerpo

y restañando las frágiles heridas

de huellas que volaron con tu nombre.


Yo soy la amada, amante, soy la amada:

la que brotó salvaje entre tu trigo

y lo tiñó de púrpura,

la que sin darse cuenta

iluminó de pronto tu paisaje,

la que acudió a tu llanto

y en su aljibe

atesoró tus lágrimas.


Yo soy la amada, amante, soy la amada:

la que en silencio mira.

La que te espera.

La que teje sus sueños con tu vida.


Luz María Jiménez  Faro


"Poetisas españolas: antología general"


Torremozas, España. 1996.

Nocturno


La noche nos inventa. Sus amantes,

somos sus preferidos

amantes. Oye cómo

crece su inmenso pulso derramado.

Aprisiona su informe aroma.


                                     ¿Duermes?


Soñamos juntos al labio del abismo.


La noche nos inventa. Yo te tengo,

ámbar toda. Tú cortas de mi sangre

las amapolas más lejanas. Bajo

la apasionada luna de tus sienes

advierto que la noche entra en nosotros,

se enardece lo mismo que yo.


                                      ¿Sueñas?


Despiertos, sobre el mundo navegamos.

La noche nos inventa. Va naciendo

de este extremado limbo compartido

una rosa que embriaga como el jugo

difuso de la muerte. ¡Acude! ¡SálvameI

Salva este eterno instante, de las sombras

detén este latido final.


                                        ¿Vives?


Muertos de amor, un lirio nos conduce.


Juan Rejano


"Antología de poetas andaluces contemporáneos"


Ediciones Cultura Hispánica, 1968



Amante silenciosa de una noche,

fina muñeca de marfil antiguo,

cuando mi cuerpo duerma el sueño largo

recuerda al extranjero que te quiso.


Mi alma estará en la sombra, solitaria,

y en la neblina viviré perdido.

Entreabre las ventanas, y tu lámpara

será como una estrella en el camino.


Entonces en las alas de los pájaros

y en el rayo de luz vendrá mi espíritu

a reír en el agua de la fuente

y a encender la mañana de mis hijos.


Juan Guzmán Cruchaga


"Casi hallarte por fin: antología poética"


Editorial Universitaria, Chile. 1998.

Así es la rosa


De la matriz del día

se alzó la rosa vertical y blanca

mientras todo rugía:

la tierra, el aire, el agua.


Tendí la mano para protegerla,

criatura de paz y de armonía,

completa, virgen, intocable, exacta

en la extensión total del mediodía.


Y me llevó el brazo la metralla.

Impávida seguía

en su serenidad y su victoria,

aunque en mi sangre la embebía.


Ni mi alarido hizo temblar sus pétalos

ni apagó su fragancia mi agonía.

Era la rosa, la perfecta y única.

Nada la detenía.

 

Juana de Ibarbourou

 

“Obras escogidas”

 

Editorial Andrés Bello, Chile. 1998.

Contigo


¿Mi tierra?

Mi tierra eres tú.


¿Mi gente?

Mi gente eres tú.


El destierro y la muerte

para mi están adonde

no estés tú.


¿Y mi vida?

Dime, mi vida,

¿qué es, si no eres tú?


Luis Cernuda

"Antología poética"


Alianza, España. 1975.

Anhelo


Yo no pido más gloria que no ser en tu vida

un recuerdo candente, ni siquiera una herida.


A lo más, un rumor de alas en lontananza,

una huella perdida, un temblor de esperanza.


Mi ardiente desvarío sólo pide al Señor

la ventura infinita de sufrir tu dolor:


Que si tu senda cuaja espinas maliciosas,

Él acepte mi sangre y las convierta en rosas.


Que te prenda en la frente su beso de amistad,

y mientras tú le goces, yo padezca orfandad.


Que a mí me dé la noche y te deje la luz;

que me ciña tu púrpura y me cargue tu cruz.


!Cómo habrá de alumbrarse mi senda dolorida,

cuando el viento me traiga tu voz estremecida,


y sin verme ni oírme, prendido a otras distancias,

sobre su polvo humilde, con temblor de fragancias,

hayas pasado tú!


Eliana Navarro


"La flor de la montaña"


Universitaria. S.A., Chile. 1995.

Esencia


                        Indefendible esencia.

                                  BÉCQUER


Nunca nombrarla, nunca.

Ni callarla siquiera.

Solamente crecer de sus raíces

con asombrado llanto.

Ser y morir tan sólo

para justificarla

como naturaleza

y sumisa costumbre.


Madurará con pausa

y exactitud de necesaria estrella

y solo incertidumbres

me probarán su órbita,

su doloroso amor, su cumplimiento.

Será un desgarramiento

elemental, constante.

Desesperada espera

—lo sé—desesperada.

 

Y sin embargo, nada

persistirá más cierto

que su sabiduría,

que sus sencillas fiestas.

Como el rosal seguro de la rosa.

 

Y yo seré la sombra

de su florecimiento,

yo viviré acatando

su voz y su silencio,

en indefensa tierra,

irrenunciablemente.


María Elena Walsh


"Poemas y canciones"


Alfaguara, Argentina. 2019.

ESTUDIO


Apenas te conozco y ya me digo:

¿Nunca sabrá que su persona exalta

todo lo que hay en mí de sangre y fuego?


¡Como si fuese mucho

esperar unos días -¿muchos, pocos?-

porque toda esperanza

parece mar del Sur, profunda, larga!

Y porque siempre somos

frutos de la impaciencia bosque todos.

Apenas te conozco y ya arrasé

ciudades, nubes y paisajes viajes,

y atónito, descubro de repente

que dentro estoy de la piedra presente

y que en cielo aún no hay un celaje.


Cómo serán estas palabras, nuevas,

cuando ya junto a ti, salgan volando

y en el acento de tus manos vea

el límite inefable del espacio.


Carlos Pellicer


"Poesía Completa Volumen 1"


Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México. 1996.

Justicia Poética


Quiero conocer a todas mis madres,

reconstruir mi linaje y mi conciencia

a partir de los versos, las renuncias,

las huellas de todas las mujeres

que he sido al mismo tiempo.


Quiero una larga estirpe de mujeres valientes,

que han escrito poemas

después de hacer la cena

y han vivido el exilio

dentro del dormitorio.

Reconocerlas libres, brillantes y caóticas

retratando monarcas,

sublevando las formas,

componiendo sonetos

en una Europa en llamas.


Quiero sobrellevar la carga de la historia,

convertirme en relevo,

nombrarlas

sin esfuerzo.

Pronunciar con propiedad

el término familia.


Rosa Berbel


"Supernova"


 Bandaàparte Editores, España, 2016.


Mientras que acaso piensa tu tristeza

En la patria distante y sientes frío

Al mirar donde estás, y el desvarío

De la fiebre conmueve tu cabeza,


Yo soñando en tu amor y en tu belleza,

Amor jamás por mi desgracia mío

De la profundidad de mi alma, envío

A la pena un saludo de terneza.


Si cuando va mi pensamiento errante

A buscarte en parejas de otro mundo

Con la nostalgia se encontrara a solas


Sobre las aguas de la mar gigante

Entre el cielo purísimo y profundo

Y el vaivén infinito de las olas.


José Asunción Silva


"Obra completa"


ALLCA XX, España. 1997.

Amiga a la que amo: no envejezcas


Amiga a la que amo: no envejezcas.

Que se detenga el tiempo sin tocarte;

que no te quite el manto

de la perfecta juventud. Inmóvil

junto a tu cuerpo de muchacha dulce

quede, al hallarte, el tiempo.


Si tu hermosura ha sido

la llave del amor, si tu hermosura

con el amor me ha dado

la certidumbre de la dicha,

la compañía sin dolor, el vuelo,

guárdate hermosa, joven siempre.


No quiero ni pensar lo que tendría

de soledad mi corazón necesitado,

si la vejez dañina, prejuiciosa

cargara en ti la mano,

y mordiera tu piel, desvencijara

tus dientes, y la música

que mueves, al moverte, deshiciera.


Guárdame siempre en la delicia

de tus dientes parejos, de tus ojos,

de tus olores buenos,

de tus brazos que me enseñas

cuando a solas conmigo te has quedado

desnuda toda, en sombras,

sin más luz que la tuya,

porque tu cuerpo alumbra cuando amas,

más tierna tú que las pequeñas flores

con que te adorno a veces.


Guárdame en la alegría de mirarte

ir y venir en ritmo, caminando

y, al caminar, meciéndote

como si regresaras de la llave del agua

llevando un cántaro en el hombro.


Y cuando me haga viejo,

y engorde y quede calvo, no te apiades

de mis ojos hinchados, de mis dientes

postizos, de las canas que me salgan

por la nariz. Aléjame,

no te apiades, destiérrame, te pido;

hermosa entonces, joven como ahora,

no me ames: recuérdame

tal como fui al cantarte, cuando era

yo tu voz y tu escudo,

y estabas sola, y te sirvió mi mano.


Rubén Bonifaz Nuño


"El éter en el corazón"


UNAM, México. 1999.


Ya no será

ya no

no viviremos juntos

no criaré a tu hijo

no coseré tu ropa

no te tendré de noche

no te besaré al irme

nunca sabrás quién fui

por qué me amaron otros.

No llegaré a saber

por qué ni cómo nunca

ni si era de verdad

lo que dijiste que era

ni quién fuiste

ni qué fui para ti

ni cómo hubiera sido

vivir juntos

querernos

esperarnos

estar.

Ya no soy más que yo

para siempre y tú

ya

no serás para mí

más que tú. Ya no estás

en un día futuro

no sabré dónde vives

con quién

ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca

como esa noche

nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.


Idea Vilariño


" Poemas de amor"


Editorial Alfa, Uruguay. 1962.

Aparición Urbana


¿Surgió de bajo tierra?

¿Se desprendió del cielo?

Estaba entre los ruidos,

herido,

malherido,

inmóvil,

en silencio,

hincado ante la tarde,

ante lo inevitable,

las venas adheridas

al espanto,

al asfalto,

con sus crenchas caídas,

con sus ojos de santo,

todo, todo desnudo,

casi azul, de tan blanco.


Hablaban de un caballo.

Yo creo que era un ángel.


Oliverio Girondo


"Obras completas"


ALLCA XX, España, 1999.

Cándida


Jñaa bichiá neza lua’


ni rini’ ca beleguí ca


Gudaa ndaani’ diaga riuunda binnizá


Biluí’ naa ca lana ni ricá lu la’ya’


bisiidi naa guiquiiñe’ aju lu guendaró


cuaa bia’ya’ ni nanaxhi ne canela


qui gahua ni naí’ pa ca cayete ndaane’


qui guidxibe’ pa xidxilaa ique yoo dexa


ra gaca xu


Laabe rului’be naa ni qui ganna’


Xisi qui ñuu dxi ninabadiidxa’ jñaa


xi naca guendanabani


ora dxuguiiba’ chiné xheelalu’


Xi naca gudxiilulu’ ca dxi ca


ne xizaa nandaca ñeelu’ ra canazou’


Xi ne diidxa’ gabilu’ ca xhiiñilu’


xiinga “binni que guidxela”


Xi ne xigaba’ riuu bia’ ni que guinni


ca dxi nacahui ca


Xi ganda guzeeteneu’ guirá la


ca guidxi ni guzalu’ cuyubilu’ ti lu


guirá ca binniguenda guni’neu’ ti gului’ca lii


paraa guidxela ti binni zinecabe laa


**


Mi madre descifró para mis ojos


el lenguaje de las estrellas


Depositó en mis oídos los cantos de la gente nube


Me enseñó los signos de mi nombre


A usar el ajo en la comida


a medir el dulce y la canela


a evitar el limón cuando viene la regla


a no temer el crujido del techo de madera y teja


cuando la tierra tiembla


Ella resolvía las dudas


Pero nunca le pregunté a mi madre


cómo trascurre la vida


cuando los soldados se llevan al marido


Cómo se enfrenta lo cotidiano


con la incertidumbre tras los pies a cada paso


Con qué palabras se explica a los hijos


qué es “un desaparecido”


Con qué unidad se mide la ausencia


    los días oscuros

    los oficios sin respuesta


Cómo nombrar de un solo golpe


las ciudades recorridas buscando un rostro


los espíritus consultados para tener indicios


de dónde encontrar a un desaparecido.


Irma Pineda


"Los 43 Poetas por Ayotzinapa"


Ana Matías Rendón. México. 2015.



Compañera usted sabe

puede contar conmigo

no hasta dos o hasta diez

sino contar conmigo


si alguna vez advierte

que a los ojos la miro

y una veta de amor

reconoce en los míos

no alerte sus fusiles

ni piense qué delirio


a pesar de la veta

o tal vez porque existe

usted puede contar

conmigo


si otras veces

me encuentra

huraño sin motivo

no piense qué flojera

igual puede contar

conmigo


pero hagamos un trato

yo quisiera contar

con usted


es tan lindo

saber que usted existe

uno se siente vivo

y cuando digo esto

quiero decir contar

aunque sea hasta dos

aunque sea hasta cinco

no ya para que acuda

presurosa en mi auxilio

sino para saber

a ciencia cierta

que usted sabe que puede

contar conmigo.


Mario Benedetti


"Inventario dos: poesía completa, 1986-1991"


Editorial Planeta Colombia, 2001.


 Que otros hagan aún el gran poema,

 los libros unitarios, las rotundas

 obras que sean espejo de armonía.

 A mí sólo me importa el testimonio

 del momento inasible, las palabras

 que dicta en su fluir el tiempo en vuelo.

 La poesía que busco es como un diario

 en donde no hay proyecto ni medida.


José Emilio Pacheco


"Irás y no volverás: poemas, 1969-1972"


Fondo de Cultura Económica, México. 1973.

A quien pueda interesar


 Que otros hagan aún el gran poema,

 los libros unitarios, las rotundas

 obras que sean espejo de armonía.

 A mí sólo me importa el testimonio

 del momento inasible, las palabras

 que dicta en su fluir el tiempo en vuelo.

 La poesía que busco es como un diario

 en donde no hay proyecto ni medida.


José Emilio Pacheco


"Irás y no volverás: poemas, 1969-1972"


Fondo de Cultura Económica, México. 1973.

TIEMPO QUE DICE


De tiempo somos.

Somos sus pies y sus bocas.

Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.

A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.

¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje.


Eduardo Galeano


"Bocas del tiempo"


Siglo XXI, España. 2010.


A veces, hecho de nada,

sube un efluvio del suelo.

De repente, a la callada,

suspira de aroma el cedro.

Como somos la delgada

disolución de un secreto,

a poco que cede el alma

desborda la fuente de un sueño.

¡Mísera cosa la vaga

razón cuando, en el silencio,

una como resolana

me baja, de tu recuerdo!


Alfonso Reyes


"Una ventana inmensa: antología poética"


Universidad Autónoma de Nuevo León, México. 2004.

El mundo Ilustrado


Igual que tu ventana que no existe

Como una sombra de mano en un instrumento fantasma

Igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre

Con la misma igualdad con la continuidad preciosa que

       me asegura idealmente tu existencia

A una distancia

A la distancia

A pesar de la distancia

Con tu frente y tu rostro

Y toda tu presencia sin cerrar los ojos

Y el paisaje que brota de tu presencia cuando la ciudad

        no era no podía ser sino el reflejo inútil de tu

        presencia de hecatombe

Para mejor mojar las plumas de las aves

Cae esta lluvia de muy alto

Y me encierra dentro de ti a mí solo

Dentro y lejos de ti

Como un camino que se pierde en otro continente.

César Moro

" Antología de la poesía hispanoamericana actual"

Siglo XXI editores, México. 1987.

By Lemepris89 - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=51125891

Poema de Sirkka Turkka


Cae esta lluvia tristísima

   parece que llora tu ausencia

      y no me explico cómo pude ser.

Es tan triste, tan absurda la lluvia

   que te la ofrezco

      toda entera.

En ella estás, lejano amado,

   tan cierto como en mi mano se guardan

      los signos del destino.

   Léelos y aléjate pronto

         de aquí.

Si no entiendo lo que escribo

   ni a ti, ni a la lluvia,

      es que te quiero.

Sirkka Turkka

Traducción de Juana Ruiz y Jarkko Sirén.

"Poesía finlandesa actual"

Icaria Editorial, Barcelona. 1993.

By Soppakanuuna - Own work, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4930541

Cada Poema


Cada poema un pájaro que huye

del sitio señalado por la plaga.

Cada poema un traje de la muerte

por las calles y plazas inundadas

en la cera letal de los vencidos.

Cada poema un paso hacia la muerte,

una falsa moneda de rescate,

un tiro al blanco en medio de la noche

horadando los puentes sobre el río,

cuyas dormidas aguas viajan

de la vieja ciudad hacia los campos

donde el día prepara sus hogueras.

Cada poema un tacto yerto

del que yace en la losa de las clínicas,

un ávido anzuelo que recorre

el limo blando de las sepulturas.

Cada poema un lento naufragio del deseo,

un crujir de los mástiles y jarcias

que sostienen el peso de la vida.

Cada poema un estruendo de lienzos que derrumban

sobre el rugir helado de las aguas

el albo aparejo del velamen.

Cada poema invadiendo y desgarrando

la amarga telaraña del hastío.

Cada poema nace de un ciego centinela

que grita al hondo hueco de la noche

el santo y seña de su desventura.

Agua de sueño, fuente de ceniza,

piedra porosa de los mataderos,

madera en sombra de las siemprevivas,

metal que dobla por los condenados,

aceite funeral de doble filo,

cotidiano sudario del poeta,

cada poema esparce sobre el mundo

el agrio cereal de la agonía.

Álvaro Mutis

" Los trabajos perdidos"

Universidad Nacional de Colombia. 2005.

De Loreana Rossiny - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=52834563

El adiós


La sentencia era como esos calcos en que el relieve del amor

                                                                      deja un vacío semejante a sus culpas.

Me arrojaron al mundo en mi ataúd de hielo.

Una tierra sin nombre todavía corrió sobre este rostro

                                                                      con que habito en la desconocida:

era la tierra del castigo.

Era la hora en que comienzo a despertar entre los muertos

                                                                      con la evidencia de un anillo roto,

un vestido de momia desprendido de las vendas del cielo

y un espejo de sal donde puede leerse mi destino.

El porvenir no es nada más que mirar hacia atrás.

Debajo de esas nubes desgarradas

hay una casa en llamas

en donde los amantes trasmutaban en oro de eternidad el resplandor de un día,

o tomaban las apariencias de ladrones de pájaros

aprisionando entre los hilos del ocio las metamorfosis de sus propias imágenes.

Hay una luz dorada que hiere hasta las lágrimas;

hay un lecho también

como una barca invadida por el follaje del deseo

-unas hojas carnosas que exhalan el perfume de los más largos viajes-.

Y había siempre y nunca

como ahora vueltos de pronto boca abajo.

Corazón repudiado,

animal aterido en uno de los dos costados de tu sangre,

ignorabas entonces que tendrías la forma de un retablo de la creación hecho pedazos,

que alguna vez la noche del adiós te nombraría en voz muy baja

como nombra la soledad a sus testigos,

o como llaman aquellos que se van a los que nunca vuelven.

Ahora, de espaldas contra el muro que custodia el guardián de todo nacimiento,

sólo te quedan las apariciones,

el fantasma de un tiempo que gritará contigo en el estanque muerto de algún sueño,

cuando él duerme, tan lejos en su adiós.

Un soborno de plumas para una ley de fuego.

Olga Orozco

"Antología poética"

Ediciones Cultura Hispánica, España. 1985.

Las gentes que viajan...



Las gentes que viajan adquieren una

forma fragilísima de belleza.

Por algunas horas se transforman en algo

singular, y viven agudamente;

descubren extraños sentimientos

que no sospechaban que pudieran

tenerse, y caminan como dichosos.

En las estaciones de los trenes,

mientras esperaba, he vivido

horas melancólicamente ricas.

He visto partir a las gentes,

y no estaban solas: se sumergían

en su larga noche de viaje,

llevando en su sangre la pureza

que dan las distancias y los adioses;

pobladas de bocas y de miradas,

se purificaban como si fueran

a entrar en un templo o en combate.

Y he visto regresos y llegadas, abrazos

de amor entre gentes que no se amaban;

pero, sin embargo, el amor lucía

en ellos, brillaba evidente.

Y los que regresan sin que nadie

los espere viven también; trajeron

una soledad más limpia, un tesoro

de pueblos hallados, de noches descubiertas.

Y cargan sus viejas valijas,

y sus bolsas llenas de fruta

que es igual a la que comen a diario;

pero que ha de darles un sabor de cosas

buenas, de placer incomparable,

al llevarlos, plácidos, al recuerdo

de los vendedores en el camino,

de las casas lúcidas en la sombra lejana.

Y los que regresan y los que parten

se confunden: todos llevan con ellos

una sensación de heroísmo,

una lumbre tenue que se funda

en su corazón, y se derrama

y enciende sus rostros atónitos,

poblados de pérdidas y esperanzas.

Rubén Bonifaz Nuño

" Los demonios y los días."

Tezontle, México. 1956.

De Kantzakata - Trabajo propio Dominio público, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=16093552

NO PUEDO NARRAR



No puedo narrar.

¿Qué pretérito me serviría

si mi madre ya no me teje más?

Desmadrada entonces me detengo

ante un estado de cosas demasiado presente:

ser la descuidada que la cuida

mientras otros la descuidan por mí.

Son personas que me sobran

y la gramática se torna un escándalo

cuando ella que olvidó las palabras

adelanta su bebé furioso

con el fin de decirlo todo

aunque no se entienda nada.

"El ghetto"

Editorial Sudamericana, Argentina. 2003.

Subido por 7 locos tv,27 jun. 2017 en:www.youtube.com/watch?v=BxkjiY4-1c4

Alma ausente


No te conoce el toro ni la higuera,

ni caballos ni hormigas de tu casa.

No te conoce el niño ni la tarde

porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,

ni el raso negro donde te destrozas.

No te conoce tu recuerdo mudo

porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,

uva de niebla y montes agrupados,

pero nadie querrá mirar tus ojos

porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,

como todos los muertos de la Tierra,

como todos los muertos que se olvidan

en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.

Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.

La madurez insigne de tu conocimiento.

Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,

un andaluz tan claro, tan rico de aventura.

Yo canto su elegancia con palabras que gimen

y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Federico García Lorca

"Obras II. Poesía 2

De una reflexión cuerda


Con el dolor de la mortal herida,

de un agravio de amor me lamentaba,

y por ver si la muerte se llegaba

procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,

pena por pena su dolor sumaba,

y en cada circunstancia ponderaba

que sobraban mil muertes a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro

rendido el corazón, daba penoso

señas de dar el último suspiro,

no sé con qué destino prodigioso

volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?

¿Quién en amor ha sido más dichoso?

Sor Juana Inés de la Cruz

"Obras"

Red ediciones  S. L., España, 2020.

Acabar con todo


Dame, llama invisible, espada fría,

tu persistente cólera,

para acabar con todo,

oh mundo seco,

oh mundo desangrado,

para acabar con todo.

Arde, sombrío, arde sin llamas,

apagado y ardiente,

ceniza y piedra viva,

desierto sin orillas.

Arde en el vasto cielo, laja y nube,

bajo la ciega luz que se desploma

entre estériles peñas.

Arde en la soledad que nos deshace,

tierra de piedra ardiente,

de raíces heladas y sedientas.

Arde, furor oculto,

ceniza que enloquece,

arde invisible, arde

como el mar impotente engendra nubes,

olas como el rencor y espumas pétreas.

Entre mis huesos delirantes, arde;

arde dentro del aire hueco,

horno invisible y puro;

arde como arde el tiempo,

como camina el tiempo entre la muerte,

con sus mismas pisadas y su aliento;

arde como la soledad que te devora,

arde en ti mismo, ardor sin llama,

soledad sin imagen, sed sin labios.

Para acabar con todo,

oh mundo seco,

para acabar con todo.

Octavio Paz

"Entre la piedra y la flor."

Ediciones Asociación Cívica Yucatán, México. 1956.

Tejedoras de Zinacanta


Al valle de las nubes

y los delgados pinos,

al de grandes rebaños

-Zinacanta- he venido.

Vengo como quien soy,

sin casa y sin amigo,

a ver a unas mujeres

de labor y sigilo.

Qué misteriosa y hábil

su mano entre los hilos;

mezcla extraños colores,

dibuja raros signos.

No sé lo que trabajan

en el telar que es mío.

Tejedoras, mostradme

mi destino.

Rosario Castellanos

"Poesía no eres tú"

Fondo de Cultura Económica, México. 2017.

El viento y el alma


Con tal vehemencia el viento

viene del mar, que sus sones

elementales contagian

el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas

insistente en los cristales

tocar, llorando y llamando

como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo

te tiene, sino otra fuerza

de que tu cuerpo es hoy cárcel,

fue viento libre, y recuerda.

Luis Cernuda

"Poesía completa."

Ediciones Siruela, España. 1993.